ARTÍCULO:
“Radiografía de la ciberislamofobia en España: «Es una amenaza real a la convivencia””
María José Carmona, El Diario, 8 de abril de 2017.
ANÁLISIS:
Reproducimos aquí este artículo como ejemplo de noticia positiva por tratarse de la presentación de una investigación iniciada en 2013 por dos investigadores y en la que se analiza el fenómeno del ciberodio en general y de la ciberislamofobia en particular. Se adjuntan estrategias e informes para seguir desarrollando conocimiento sobre la temática. Se completa con un breve resumen sobre cómo se extiende la islamofobia en otros países europeos y las distintas medidas que estos están tomando. Se informa aportando cifras, datos relevantes y las fuentes correspondientes.
TEXTO ARTÍCULO:
“Radiografía de la ciberislamofobia en España: «Es una amenaza real a la convivencia””
Todo empieza por una etiqueta tóxica: #nosinvaden, #EslaYihad, #NoalaMezquita. Después, le siguen enlaces a noticias sin contrastar, insultos denigrantes o acusaciones deliberadamente falsas. Es la radiografía del tuit islamófobo español. En Alemania, el Gobierno acaba de aprobar un proyecto de ley para endurecer las sanciones a empresas como Facebook o Twitter si no eliminan este tipo de comentarios en menos de 24 horas.
¿Cómo es el fenómeno de las ciberislamofobia? Los investigadores Carmen Aguilera Carnerero y Abdul Halik Azeez llevan estudiándolo desde 2013. «La ciberislamofobia no es un fenómeno latente, es una amenaza real», ha explicado Aguilera durante el congreso sobre diversidad cultural organizado en Granada por la Cátedra de Estudios sobre Civilización Islámica.
En el caso español, Aguilera y Azeez han analizado un millar de comentarios en Twitter dirigidos contra la población musulmana. «Casi todos fueron publicados por cuentas particulares, muchas de ellas lucían en su foto de perfil imágenes de la bandera franquista. El hashtag más tuiteado fue #stopislamización«.
Su investigación destaca el uso de noticias sobre delitos cometidos por personas musulmanas para generalizar, tratando de expandir la falsa idea de que se trata del comportamiento típico de toda la comunidad islámica. También advierte sobre el cariz político y tendencioso de este tipo de mensajes que, muchas veces, pretenden identificar a los partidos políticos de izquierdas como ‘proislámicos’.
En la lista de tuits no solo hay insultos o expresiones ofensivas, también hay amenazas. Las palabras no son inocuas. «Sobre todo, después de un atentado, la reacción es muy violenta. El bombardeo de esos mensajes puede mover a gente exaltada a pasar a la acción», insiste la experta, recordando los ataques a mezquitas ocurridos tras los atentados de Berlín y Bruselas.
Durante 2015, la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia recogió un total de 278 denuncias por incidentes islamófobos. El mayor porcentaje de casos -un 21,8%- fue por ataques en Internet.
Estos discursos de odio están tipificados como delito en el Código Penal y son castigados con una pena de prisión de uno a cuatro años y multa de seis a doce meses. Sin embargo, como explica Aguilera, «la justicia interviene, pero tarda mucho. Existe una gran necesidad de más control sobre la propagación on line de la intolerancia».
En ese sentido, la investigadora se muestra a favor de medidas como la de Alemania. «La violencia verbal es razón más que suficiente para actuar desde la ley. Algunos hablarán de censura pero en realidad solo están defendiendo a cualquiera de nosotros que pueda ser objeto de vejaciones, por el simple hecho de pertenecer a un grupo social, étnico o religioso», sostiene Aguilera.
Hoy la ciberislamofobia afecta a los 1,9 millones de musulmanes que viven en España, de los cuales el 42% son españoles.
» No son vistos como ciudadanos iguales»
El análisis sobre los mensajes de odio en Twitter se incluye dentro del Informe 2016 sobre Islamofobia en Europa, que incorpora las experiencias recogidas en 27 países. El documento se refiere a este fenómeno como una «amenaza real a la convivencia y los valores democráticos de la Unión Europea», que afecta cada día a la población musulmana en la escuela, el lugar de trabajo, el transporte o en la propia calle.
» No son vistos como ciudadanos iguales, se tiende a la deshumanización», alerta este informe que saca los colores a Europa. «La oposición a la población musulmana no solo se limita a la Administración de Donald Trump», puntualiza.
El concepto islamofobia existe desde 1996, aunque algunos expertos prefieren no utilizarlo. Es el caso del sociólogo italiano Stefano Allievi. «Una fobia implica miedo y yo creo que se trata más bien de una cuestión de rechazo». Para este especialista en el estudio de las religiones, el discurso anti-islam se ha convertido en algo « mainstream«. Esto es el resultado de lo que él denomina «las identidades reactivas».
» Son los que redescubren ser cristianos a raíz de la presencia musulmana, pero en realidad no creen. Con la globalización se han desdibujado las identidades, por eso la gente necesita volver a identificarse frente al otro. Es el retorno del discurso nosotros-ellos», asegura Allievi.
Los medios de comunicación y las declaraciones de los responsables políticos también tienen una influencia clara en estas corrientes de opinión. Ocurre, por ejemplo, en Dinamarca donde el propio Gobierno aviva sin tapujos el rechazo a lo musulmán.
«El Gobierno danés considera la diversidad como un riesgo y por eso identifica el islam como lo contrario a los valores daneses. Esto solo consigue alimentar estereotipos y polarizar a la sociedad», advierte la antropóloga danesa Tina Gudrun.
Estrategias contra el odio
Frente al fenómeno de la ciberislamofobia, organizaciones sociales e instituciones han puesto en marcha distintas estrategias. Por ejemplo, en la web de Es Racismo se puede consultar una guía contra la islamofobia en Twitter. En ella, se recomienda por ejemplo la creación de etiquetas alternativas como #StopIslamofobia. También proponen apoyar cuentas o comentarios a favor de la tolerancia, pero sobre todo animan a denunciar los tuits islamófobos ante la propia red social.
El Consejo de Europa también mantiene una campaña contra el «Hate Speech online» (discurso de odio en Internet) dirigida especialmente a los usuarios más jóvenes. En España está coordinada por el Instituto de la Juventud (INJUVE) a través de la cuenta @NoHateSpain.
Existe otro proyecto europeo, llamado Sisumma, con el que se busca formar a jóvenes ciberactivistas para que aprendan a identificar estos mensajes en las redes y desarticularlos. «Les enseñamos a crear nuevas narrativas positivas que desmonten todos estos mitos virales de Internet. Creemos que hacen falta más discursos positivos», explica Javier Ruipérez, coordinador del programa en España.
Todas las iniciativas coinciden en un mismo diagnóstico: la educación es hoy el elemento clave contra el odio. Como defiende la investigadora Carmen Aguilera, «hay una mayoría de ciudadanos cuyo rechazo del islam se debe a la mera ignorancia de los principios de la religión y al miedo derivado de la falta de conocimiento».