ARTÍCULO:
“Las voces emergentes de los musulmanes”
David Dusster, La Vanguardia, 15 de diciembre de 2017.
ANÁLISIS:
Reproducimos aquí este artículo por tratarse de un modelo de noticia positiva y uno de los escasos ejemplos de publicaciones que han enfocado las elecciones catalanas y la participación de candidatos musulmanes con neutralidad, hablando de las comunidades musulmanas en los deberes y derechos políticos de la sociedad desde la normalidad.
Se pone especial énfasis en la participación femenina a través de dos entrevistas. En la primera entrevista a Najat Driouech, candidata y técnica de ocupación del Ayuntamiento de El Masnou, se denuncia un tipo de discriminación, sutil debido a la falta de pruebas, pero muy dañina y que se da en muchos ámbitos, no solo en el laboral, que es la “que sufren los musulmanes o los inmigrantes con nombres de origen árabe”.
También se entrevista a Jordi Moreras, profesor de antropología de la URV, de quien el autor resalta que “no se puede hablar de un voto musulmán, esa es una ficción que no existe, no todos los musulmanes piensan igual”, poniendo de manifiesto la diversidad que existe en ese colectivo y recordando que forman parte de la ciudadanía.
En la entrevista se denuncia cómo la opinión pública cree, por la información parcial que recibe, que los musulmanes son un colectivo al que solo le importan las cuestiones relativas a su religión, cuando sus prioridades son las del resto de los ciudadanos: mejores servicios públicos, mejores oportunidades para encontrar empleo, la subida en la factura de la luz, etcétera.
En esta entrevista se toca otro punto relevante con el que parece caer nuevamente el mito de la “islamización de Europa”: “Las críticas y polémicas que surgen cuando se anuncia la construcción de una mezquita o un locutorio musulmán han llevado a pensar que esta es una de las grandes preocupaciones de estas comunidades, pero como se ha puesto en evidencia con la comisión municipal que estudió la posibilidad de construir una gran mezquita en Barcelona, y que consultó a los musulmanes sobre sus necesidades, no es una prioridad.” Este mito es parte de la propaganda política y xenófoba con la que en algunos países ya se han ganado elecciones y con la que se capta a jóvenes desde grupos de ultraderecha propensos a colgar pancartas en las noches de los atentados y a regalar comida “solo para españoles”.
También se da voz a Nora Baños, una candidata y activista de Safi (Stop als Fenòmens Islamòfobs) en pro del empoderamiento de la mujer y contra el discurso de odio. Aborda un tema, el de la integración, que suele no ser tratado de forma constructiva pero sobre el que hay que trabajar para buscar soluciones inteligentes: “El problema es que a los musulmanes, como a la mayoría de colectivos de inmigrantes, se les pide integración, pero raramente se les ofrece aceptación.”. El artículo destaca otra frase de Baños: “Integración e inclusión son conceptos negativos, como si tuviéramos que hacer renuncias, y lo importante es que se visualice y se verbalice el carácter plural y diverso de la sociedad”.
La última entrevistada pertenece a esas llamadas “segundas generaciones”. Desde hace años vemos como este conjunto de palabras adquiere forma de estigma, ya que solo es utilizado por los medios de comunicación para tratar temas de integración o de terrorismo y solo para referirse a personas musulmanas o de origen migrante árabe. Este es un ejemplo de “segunda generación” más acorde a la realidad que esa construcción repetitiva en imaginario colectivo.
Aparte de abordar la islamofobia de género y hablar “de la doble discriminación de las mujeres, por ser musulmanes y por llevar el velo”, Nora Baños se revela contra la no representación de personas musulmanas en los medios y la esfera política que deja sin interlocutores a casi dos millones de personas: “La representación política se tiene que conseguir poco a poco, sin paternalismos, logrando que se nos dé espacios a las personas musulmanas, porque hasta ahora solo se nos da voz para hablar del velo, del terrorismo o del bañador integral y se nos sigue estigmatizando en las redes”.
El término “bañador integral” es más apropiado que el mal llamado “burkini”. Este último, aparte de extranjerizar a las mujeres musulmanas que lo usan, resulta en una correlación rápida, mental y fácil entre “burqa”, “bañador” y “talibanes” (Brigitte Vasallo). Es un traje de baño normal y corriente, homologado para el baño pero con algunos centímetros de más.
Aplaudimos la visibilidad de estas narrativas alternativas y empoderadoras que quitan carga negativa a determinados conceptos.
TEXTO ARTÍCULO:
“Las voces emergentes de los musulmanes”
Pese al medio millón de personas que profesan el Islam en Catalunya, los representantes políticos y sociales todavían siguen siendo escasos
Los musulmanes catalanes son más que una comunidad, muchas comunidades diversas, un grupo heterogéneo, unido por otros factores al margen de la religión, pero todavía tienen pocas voces en el mundo de la política. Y eso pese a que Catalunya es la autonomía con más musulmanes, un total de 515.000 según datos de la Ucide de 2016, casi una cuarta parte de los que hay en España.
Najat Driouech, de 36 años, número diez en la lista de Barcelona por Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en estas elecciones surgidas del artículo 155, confiesa que al final aceptó el salto a la política por una observación de su hijo de 8 años. Estaban viendo por televisión los debates parlamentarios del 7 de septiembre, cuando se aprobó la Ley de Transitoriedad, y el niño le preguntó quiénes eran esas personas del Parlament. “Son nuestros representantes políticos, le dije a mi hijo, y pareció convencerse, pero al cabo de unos minutos volvió y me preguntó: ‘si son nuestros representantes, por qué no hay ninguno que se parezca a nosotros’. Y eso me hizo reflexionar, y pensé que ya era hora de que, como catalanes que somos, nos hagamos sentir y oír”, explica.
Desde su posición de técnica de ocupación del Ayuntamiento de El Masnou, Najat Driouech vive prácticamente a diario una realidad de discriminación laboral que considera que es la peor que padecen los musulmanes o los inmigrantes con nombres de origen árabe. “Si te llamas Abdel ya ni se miran tu currículum, y los técnicos municipales tenemos que hablar con los contratadores para pedirles por favor que les den una oportunidad y luego tenemos que hacer un trabajo de acompañamiento con el candidato que se siente discriminado”.
En tanto que número diez por Barcelona, Najat Driouech tiene muchas posibilidades de salir elegida en las elecciones del 21-D. Seguiría los pasos de Mohamed Chaib, diputado por el PSC entre 2003 y 2010, y de su correligionario Chakir El Homrani, parlamentario por Junts pel sí en la última legislatura y que ahora repite, en el número 21 por Barcelona de ERC. El PSC, Ciutadans, PP, Junts per Catalunya y la CUP también tienen candidatos musulmanes en sus filas.
“Pero no se puede hablar de un voto musulmán, esa es una ficción que no existe, el voto musulmán es relativo, muchos musulmanes a la hora de votar se preocupan más de cuestiones sociales o políticas que no de su identidad religiosa, no todos los musulmanes piensan igual”, valora Jordi Moreras, profesor de antropología de la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Tarragona y estudioso de la presencia musulmana en Catalunya.
Autor de estudios como Musulmans a Catalunya, radiografia d’un Islam implantat (IEMed), Moreras cree que la sociedad solo tiende a ver como un bloque homogéneo al colectivo musulmán cuando sucede algo malo, generalmente vinculado con el terrorismo, como los atentados del pasado agosto. “Y lo cierto es que fue la primera vez que se hizo yihadismo en catalán, lo cual descolocó a los agentes sociales, porque los terroristas eran de los nuestros”, matiza Moreras.
“Quiero dejar claro que me presento porque soy catalana y no quiero representar a una minoría solamente, me presento con el aval de 17 años de mi trayectoria profesional y con las ganas de hacer pedagogía, de educar para cambiar las cosas”, afirma Najat Driouech, que se queja de que el Gobierno central esté cuestionando artículos del Pacte Nacional per a la Inmigració pese a que fue aprobado hace casi diez años, en 2008.
Las críticas y polémicas que surgen cuando se anuncia la construcción de una mezquita o un locutorio musulmán han llevado a pensar que esta es una de las grandes preocupaciones de estas comunidades, pero como se ha puesto en evidencia con la comisión municipal que estudió la posibilidad de construir una gran mezquita en Barcelona, y que consultó a los musulmanes sobre sus necesidades, no es una prioridad. “El islam es Catalunya es muy poligonero y está estructurado en lugares de culto locales”, dice Jordi Moreras.
Pese a que Barcelona es la única ciudad de peso, prácticamente de Europa, sin una gran mezquita, las quejas de los musulmanes guardan más relación con los incumplimientos del Acuerdo de cooperación del Estado con la Comisión Islamica, firmado en 1992, que reconocía el derecho a recibir enseñanza religiosa en las escuelas. Catalunya es una de las pocas comunidades autonómicas que aún no ha tomado medidas para ofrecer esa libertad de estudio.
En cambio, ghettos urbanos com Ca N’Anglada en Terrassa o Salt vienen a confirmar las dinámicas que ya denunciaba Paco Candel, de que los otros catalanes del siglo XXI, de origen árabe, latino o africano, se ven abocados a barrios herméticos sin relación con el resto de catalanes. Así se repite el error de barrios como Can Tunis o Trinitat con los inmigrantes de los años sesenta.
El problema es que a los musulmanes, como a la mayoría de colectivos de inmigrantes, se les pide integración, pero raramente se les ofrece aceptación. “Integracion y inclusión son conceptos negativos, como si tuviéramos que hacer renuncias, y lo importante es que se visualice y se verbalice el carácter plural y diverso de la sociedad”, opina Nora Baños, de 23 años y secretaria del Safi (Stop als Fenòmens Islamòfobs) y simpatizante de Catalunya en Comú
Cuando termine los estudios de Ciencias Sociales, Nora Baños también tiene aspiraciones políticas y cree firmemente en el derecho de voto de los extranjeros porque “nacimos, vinimos al mundo sin papeles”. Mientras, participa activamente en las campañas de Safi por el empoderamiento de la mujer y contra el discurso del odio, que “vemos, sobre todo, en las redes sociales, porque la única manera de evitar la islamofobia es la prevención y eso solo lo haremos si rompemos los tópicos” (Stop als Fenòmens Islamòfobs).
Baños está harta de tener que justificarse por llevar el velo. “Para mí es un símbolo de liberación y no de sometimiento, lo que me molesta es tener que explicarlo cada vez, yo soy catalana, nacida aquí de padre marroquí y madre catalana y tomo mis decisiones y estoy en contra de la doble discriminación de las mujeres, por ser musulmanes y por llevar el velo”.
“La representación política se tiene que conseguir poco a poco, sin paternalismos, logrando que se nos dé espacios a las personas musulmanas, porque hasta ahora solo se nos da voz para hablar del velo, del terrorismo o del bañador integral y se nos sigue estigmatizando en las redes”, añade Nora Baños.