Palabras que hieren

Publicado por Alejandra Arredondo, en Convexo, el 12 de abril de 2018.

La mayoría de los ataques a musulmanes en el país se da en internet

 

Internet es un campo minado para los musulmanes residentes en España: El 70% de los incidentes islamófobos que ocurridos durante el año pasado tuvieron lugar en la red. Así lo demuestra un informe de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia (PCCI), una asociación sin ánimo de lucro que recoge anualmente todos los actos relacionados con la islamofobia que llegan a sus voluntarios. “El ciberodio es ilimitado”, afirma Aurora Ali, responsable de medios de PCCI.

 

El informe recoge desde comentarios en las redes sociales hasta insultos e incluso agresiones físicas en la calle. Más de medio millar de incidentes islamófobostuvieron lugar en el país el año pasado. Sin embargo, hay que tener en cuenta dos factores para comprender estos datos: primero, que gran parte de los actos recogidos provienen de internet y de medios de comunicación; y, segundo, que no todos fueron denunciados ante las autoridades.

 

 

El Ministerio de Interior, por su parte, recoge también anualmente un informe de incidentes relacionados con delitos de odio. En el último disponible (el del 2016), se registraron 1.272 incidentes, de los cuales sólo 47 estuvieron relacionados con creencias o prácticas religiosas. En el informe hay, además, un apartado especial sobre el discurso de odio. Sin embargo, en ese año el ministerio no registró ningún caso relacionado con la islamofobia.

 

La principal diferencia entre el informe de PCCI y los datos que proporciona Interior es que los incidentes recopilados por el Ministerio son exclusivamente denuncias. Para Aurora Ali, el contraste también se puede explicar si se mira la muy reciente historia de la lucha contra los delitos de odio en España.

 

No fue sino hasta hace solo tres años, en 2015, cuando el artículo 22.4 se incluyó en el Código Penal, que contempla como agravante de un crimen el que este sea motivado por discriminación de religión, sexo, orientación e identidad sexual, enfermedad o discapacidad. En ese mismo año, también se incluyó el artículo 501, que penaliza cualquier discurso que fomente o incite al odio contra un grupo por las mismas razones.

 

Es decir, solo desde hace tres años el gobierno Español incluye en su jerga los términos delito y discurso de odio. En 2015, se crearon también las fiscalías de delitos de odio y, un año antes, un protocolo de actuación para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para este tipo de crímenes.

 

“Antes de eso, estábamos solos”, dice Ali.  Según ella, aún queda mucho para que la situación cambie realmente. Los desfases entre las cifras que presenta su organización y las de Interior también tienen que ver con que mucha gente prefiere no denunciar. Lo hacen por miedo, desconocimiento o porque simplemente creen que no vale la pena. “Hay tantos mensajes [de odio] que a veces nosotros mismos pensamos que, si los denunciásemos todos estaríamos yendo una vez por semana a la fiscalía”, dice Aurora. De hecho, los incidentes en la calle apenas han sufrido variaciones en cuanto a cantidad entre el año pasado y este. Solo se advierten cambios en el lugar del que provienen.

 

¿Qué va a hacer PCCI para cambiar la tendencia?

 

La Plataforma Ciudadana Contra la Islamofobia propone dos reformas importantes de ley actual. En primer lugar, que incluya elementos de protección de las víctimas, para que sepan dónde denunciar y qué recursos están a su disposición. Y, en segundo lugar, que se imponga una multa contra el ciberodio en vez de una pena de cárcel para evitar que todos los procesos pasen forzosamente por fiscalía.

 

En el informe de 2016, la PCCI recoge desde campañas en redes sociales de grupos de ultraderecha como Hogar Social contra los refugiados, hasta artículos con contenido que ellos califican de “islamófobo” publicados en medios de comunicación, como esta entrevista de El Español en la que el jesuita Manuel Carreira tildó al islam de ser “la peor peste que le ha ocurrido a la humanidad en los últimos 2.000 años”.

 

Para ella, el odio que Ali ve a diario en redes sociales no tiene su origen en la maldad: “Yo prefiero pensar que es desconocimiento”. Ali, que es musulmana y vive en Madrid, achaca la proliferación de la islamofobia a las fake news y a la casi invisible presencia de los musulmanes en la enseñanza de la historia en España.

 

La educación, otro campo sobre el que trabajar

 

En un estudio de la Universidad de Lleida, en el que se analizaron 246 textos y materiales escolares de educación primaria y secundaria en Cataluña, se concluyó que casi la mitad de ellos no contienen ni una sola referencia al islam, las culturas musulmanas o su historia. Los que sí lo hacen lo incluyen en su mayoría como un extracto o una “mención rápida de algunos aspectos”.

 

Para Ali, la historia de Al-Andalus se cuenta rápido y mal: “No conocemos ni apreciamos el legado que tenemos”. El ser musulmán, dice la activista, se excluye de la españolidad. “Los musulmanes somos muy diversos, no hemos llegado todos por medio de la migración”.

 

Jordi Moreras, profesor de antropología en la Universidad Rovira i Virgili, dice que aunque es verdad que existe poca representación en los libros de texto, eso no significa que los docentes no puedan hacer nada al respecto.

 

“Si por ejemplo un profesor quiere explicar cómo era vista la violencia de género hace tres décadas, puede coger un libro de texto de entonces para demostrar a los alumnos cómo ha cambiado la visión de la sociedad”, cuenta Moreras.

 

La narrativa histórica de la reconquista, que habla del Al-Andalus como una invasión, nace en un momento histórico concreto en el que se buscaba construir la identidad nacional. Sin embargo, opina Moreras, la solución no debe recaer en aplicar conceptos actuales como islamofobia o racismo institucional a los sucesos históricos.

 

“Si le damos el tono del presente al pasado nos estamos engañando a nosotros mismos”, dice el antropólogo, para quien la discusión debería estar centrada en el concepto de ciudadanía, en qué significa pertenecer a España.

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