Publicado por Jovesolides
No sin mi velo.
Analizamos por qué el pañuelo se convierte en el leit motiv de la islamofobia y las mujeres musulmanas en el centro principal de la discriminación
Hace unos años la joven Takwa Rejeb fue vetada en un centro escolar de Valencia por llevar pañuelo. La Conselleria de Educación obligó al IES José Benlliure, el centro en cuestión, a permitir el acceso a la alumna. El instituto justificaba su medida en un reglamento que prohibía la asistencia al centro con la cabeza cubierta. Entonces, Takwa ganó la batalla y pudo hacer uso de su libertad. Pero la lucha continúa para la comunidad musulmana, y especialmente para las mujeres musulmanas, señaladas, cuestionadas y discriminadas por vestir un hiyab.
Esta es una realidad cotidiana, la de la islamofobia de género, que un año más destaca el último informe de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia. La discriminación escolar, laboral y/o social debida a la no aceptación del uso del pañuelo por parte de la sociedad continúa. Y son muchas las ocasiones que en plena era digital, ésta se convierte en ciberodio (el discurso de odio online). De hecho en 2017 supuso el 70% de los incidentes recogidos por el informe.
“Es como si le dicen a alguien que lleva gafas que no puede llevarlas”, recuerda Rejeb , gracias a la cual se cambió la normativa en la Comunidad Valenciana. Un avance que también recoge el informe de la Plataforma. Según la resolución del 20 de julio de 2017, de la Secretaría Autonómica de Educación e Investigación de la Generalitat Valenciana, “no se debe impedir el acceso en los centros a personas que vistan ropas características o propias por motivo de su identidad religiosa y que no suponen ningún problema de identificación o atentan contra la dignidad de las personas”.
En aquel momento Takwa, que no daba crédito a lo ocurrido, pensó que si callaba se convertía en cómplice de un sistema que la discriminaba, y más allá de a ella misma, a toda la comunidad musulmana. “Creo que si una persona se queda en silencio cuando tiene razón o está en su derecho, pierde su razón y hace que otras personas pasen por lo mismo”.
Las mujeres: centro de la discriminación islamófoba
De los ataques recibidos por la comunidad musulmana en 2017, el 48% son dirigidos hacia el Islam y las personas musulmanas en general, pero cuando nos detenemos en perfiles concretos, el mayor porcentaje, el 21%, vuelve a colocar a las mujeres en el centro de la discriminación, según destaca el informe de la Plataforma Ciudadana Contra la Islamofobia. Amparo Rosell, su presidenta, señala que las mujeres son centro de la discriminación porque son más visibles por la indumentaria, y por el machismo presente en la sociedad. “Consideran que somos más vulnerables y que tienen autoridad para decidir por nosotras o imponernos una forma de vestir, de creer, de sentir y de pensar. Incluso se atreven a erguirse como nuestros defensores o salvadores”.
Para la catedrática de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Valencia, Carmen Barceló, no hay refutación posible. “El pañuelo es el centro de la discriminación islamófoba porque las personas que lo desacreditan piensan que la libertad que defienden es la única posible para las mujeres. ¿Qué dicen esas mismas personas de sus abuelas que no hace tantos años se cubrían la cabeza con el pañuelo? ¿Eran o son mujeres discriminadas?”, señala Barceló. “La sociedad actual, que se considera en posesión de la verdad, ve políticamente correcta la defensa de las “libertades” de la mujer, libertades que se han definido desde posiciones muy diversas y contradictorias; desde luego no de aquéllas basadas en el respeto a las ideas ajenas”.
El pañuelo se convierte así en un símbolo manifiesto de la presencia islámica en la sociedad española, y a partir de él se construye la llamada islamofobia generizada. Sobre las mujeres recaen una serie de prejuicios, subrayan desde la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia, “son sumisas, ignorantes, portadoras de una cultura atrasada”. Además ésta es también sufrida por los hombres musulmanes, “sobre los que pesa igualmente una serie de prejuicios: son violadores, depredadores sexuales o machistas en esencia, por el mero hecho de ser musulmanes, es decir, por el trato negativo hacia las musulmanas que se les adjudica de manera prejuiciosa”.
Takwa Rejeb nos recuerda que como mujer que profesa la religión del Islam tiene la alternativa de ponerse el pañuelo o no hacerlo. “Yo tengo amigas musulmanas que no lo llevan, y yo he querido llevarlo”. Para la joven fue un reto muy personal, y hoy en día forma parte de su identidad. “Me lo quise poner porque mi madre recibía miradas extrañas por llevar el pañuelo, y esto es algo que no debiera pasar”.
¿Cómo prospera la imagen negativa del Islam?
No obstante, la discriminación se repite cada día, a través de una mirada, a través de una acción… Sí, en pleno siglo XXI, y sí, en la Europa de los derechos humanos. Todavía pertenecemos a una sociedad que se viste de vanguardia política, pero aunque nos hallamos en movimiento, queda camino por recorrer. Carmen Barceló señala como la única vía posible para conseguirlo “la educación y el respeto», y en ambas, señala, «tiene un déficit considerable la sociedad de nuestro país”.
Pero, ¿cómo prospera la imagen negativa del Islam? ¿Cómo se construye el discurso islamófobo? “El discurso se viene practicando desde la Edad Media. Y en la actualidad surge en Occidente a partir de la interpretación de los hechos con patrones aprendidos de la familia, el entorno social, los mass media… todos ellos formados colectivamente bajo la óptica de la superioridad religiosa de una fe verdadera (la nuestra) y transmitidos por la tradición. Además, entre otros muchos aspectos que se podrían aducir, el discurso se basa en generalizaciones excesivas, en interpretaciones arbitrarias de las acciones ajenas y en la descalificación y/o negación de lo positivo de otras culturas”, apunta la catedrática.
¿Cómo contrarrestamos la visión negativa sobre el Islam?
Para contrarrestar la visión negativa sobre el Islam es necesario dibujar un escenario de conocimiento mutuo. Y las comunidades musulmanas están esforzándose en abrir las puertas de las mezquitas, y en abrirse más al resto de la sociedad, destaca Amparo Rosell.
En este sentido destacamos la creciente creación de asociaciones conformadas por jóvenes musulmanes, en muchos casos, jóvenes de segunda generación que se unen para defender sus derechos, para sensibilizar a la sociedad y crear un espacio de encuentro. Es el caso de la asociación de ACHIME (Chicas musulmanas de España), la Asociación Jóvenes Musulmanes de España o la Asociación de Jóvenes musulmanes de Valencia.
El análisis de la islamofobia, mayoritariamente, está en manos de organizaciones civiles debido a que no existen fuentes oficiales que recopilen datos fiables de los delitos de odio contra la comunidad musulmana cometidos en Europa. Tan solo Alemania ha comenzado a recabar datos de forma oficial. Para profundizar en este fenómeno sería deseable un estudio oficial exhaustivo y riguroso en nuestro país, y del mismo modo un mapeo de las medidas y actuaciones que se están llevando a cabo en España para combatir la islamofobia.
Por otro lado, la implicación de las instituciones públicas para combatir la hostilidad al Islam es también muy necesaria, sobre todo en tiempos en los que el extremismo político se extiende por toda Europa. Son destacables por ejemplo, la campaña lanzada por el Ayuntamiento de Valencia en 2017, bajo el nombre «Ojalá, València – Por una ciudad intercultural”; o el Pla municipal de lucha contra la Islamofobia con una treintena de medidas y una dotación presupuestaria de 102.000 euros, aprobado por Ayuntamiento de Barcelona, también en 2017.
Asimismo, también es esencial hacer uso de la información, de un sentido crítico de todo lo recibido en medios de comunicación, en redes sociales. En este sentido es plausible la labor realizada por el Observatorio de la Islamofobia en los Medios, nacido como iniciativa de IEMED y la Fundación Al Fanar. Su objetivo: hacer seguimiento de los medios, identificar informaciones islamófobas y emitir recomendaciones. En definitiva, “proporcionar herramientas que faciliten la representación de una sociedad diversa”.
La información es poder, y permite el conocimiento, la empatía y la convivencia de toda la sociedad. En caso contrario, corremos ciertos riesgos. “La contaminación de las informaciones que manejan los mass media no es inocente y detrás se puede ocultar el Sionismo, la CIA u otras agencias interesadas en la desestabilización política en los países árabes o con población musulmana mayoritaria”, destaca la arabista Carmen Barceló.
Como nos contó Takwa Rejeb, la joven que a través de su experiencia hizo un poco mejor la sociedad en la que vivimos: “Es algo muy importante tener la mente abierta, querer aprender de otros, de otras culturas, es muy bonito mezclarse porque sería muy aburrido ser todos iguales”.
Podéis ver y escuchar el testimonio completo de Takwa Rejeb en este vídeo, una de las historias con alma de ‘La Caja’. Un proyecto a través del cual Jovesolides presta especial atención al tema de la islamofobia. Un tema que seguirá presente en el Plan Estratégico de la entidad a través del proyecto ‘No sin mi velo’.