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Artículo positivo “Feminismo de caminos diferentes”

 

ARTÍCULO:

“Feminismo de caminos diferentes”

La religión y la cultura introducen diferencias en las reivindicaciones de las mujeres musulmanas

Publicado por ESCUELA DE PERIODISMO UAM – EL PAÍS el 23 de julio de 2018

 

ANÁLISIS:

Aprovechamos que es el  Día de la Acción Europea contra la islamofobia y la intolerancia religiosa para reproducir este artículo de El País como ejemplo de noticia positiva, por abordar el feminismo islámico desde el respeto, aportando declaraciones y puntos de vista que ayudan al lector a entender la lucha por la igualdad en un contexto religioso, en este caso musulmán.

Valoramos también este artículo por plasmar las peculiaridades que entrañan las reivindicaciones feministas de las mujeres musulmanas. Por lo general, desde Occidente se considera que ciertas prácticas islámicas, como por ejemplo el uso del velo, son incompatibles con el movimiento feminista. Apreciamos este artículo por darle voz a aquellas mujeres que han encontrado la forma de compatibilizar sus creencias religiosas con su pensamiento feminista, así como por aportar razonamientos sólidos que ayudan a valorar el feminismo islámico como un movimiento que suma motivos a la lucha.

A lo largo del artículo subyace la idea de que los contrastes religiosos y culturales que se plasman sobre las diversas reivindicaciones feministas son algo positivo que enriquece al movimiento. Consideramos muy acertado que se valore el hecho de que existan “caminos diferentes” y aplaudimos este planteamiento por fomentar la convivencia y la integración. De la misma forma, en el texto se recalca la nacionalidad española del 42% de los musulmanes en el país, lo cual ayuda a los lectores a entender a esta comunidad religiosa como parte del mismo, desprendiéndose del discurso mediático generalizado que tiende a presentar a los musulmanes como algo exógeno y lejano.

En anteriores artículos hemos observado un exceso y una mala elección de las etiquetas de clasificación empleadas. Aunque la elección de las etiquetas no es una de las pautas de análisis del observatorio, puesto que muchas veces tienen que ver con motivos técnicos que escapan al control del autor del artículo, aprovechamos este análisis para presentar esta noticia como un ejemplo de buen uso de esas etiquetas.

Nos congratula saber que desde la escuela de Periodismo de UAM-El País se fomentan estos valores y apreciamos que los jóvenes periodistas ejerzan su trabajo impulsados por el respeto.

 

TEXTO ARTÍCULO:

Wadia Daghestani, de 32 años y farmacéutica de origen sirio, fue una de las miles de mujeres que salió a la calle a manifestarse el 8-M. Lo hizo en las localidades asturianas de Oviedo y Gijón, por las que paseó su doble condición de mujer y musulmana. Fue con el megáfono en la mano y la cabeza cubierta. Durante las marchas, algunas mujeres pidieron que se quitara el velo por considerarlo un símbolo de opresión y falta de libertad, a lo que ella se negó. “Tenemos un enemigo común, que es el patriarcado, pero no podemos negar nuestra propia idiosincrasia, nuestra historia y nuestra religión. Eso marca un poco las diferencias”, dice.

La lucha feminista tiene un fin común: conseguir la liberación de la mujer y alcanzar la igualdad, pero los intereses son distintos en función del campo de batalla. Si las feministas occidentales centran la pelea en el ámbito de la violencia de género y el laboral, la mujer musulmana añade a ellos el mantenimiento de su cultura, incluida la religión, y eso hace que tomen caminos a veces diferentes.

“Queremos que se nos trate como cualquier otra mujer. Queremos normalizar nuestra presencia como ciudadanas españolas y profesionales, pero con nuestras inquietudes, nuestros objetivos y nuestros retos”, afirma Mariam Barouni, de 33 años, presidenta del Centro Cultural Islámico de Valencia y trabajadora social de origen tunecino. “El feminismo es diverso y tiene diferentes colores”, insiste. Y con un color, el “blanco”, define Daghestani el occidental, al que pide que sea más “inclusivo y diverso”, y abra más espacios a los problemas de las mujeres “musulmanas, negras o gitanas”, que son vistas como “sujetos pasivos a los que liberar”.

La coexistencia entre los dos feminismos no parece fácil. Las españolas reivindican que se cierre la brecha salarial, las musulmanas tienen también otras quejas, como que hay mezquitas en las que no pueden entrar. Algunas españolas consideran el velo islámico un símbolo machista de opresión, y una parte de las musulmanas reivindican su derecho a usarlo. “El velo no tapa mi capacidad de elección, ni mi cualificación profesional, ni mi razonamiento”, señala Barouni. “Solo me tapa la cabeza”.

Ante la percepción de no encajar en el feminismo occidental, ha empezado a extenderse el término femimorismo. “Había muchas mujeres musulmanas que tenían reticencia a hablar de feminismo, porque es como una manera de occidentalizarse. Por eso, desde las redes hablamos de un término nuevo con el que nos identificamos más porque está orientado a nuestras reivindicaciones e incluye a todas las mujeres árabes y las mujeres que practican la fe musulmana”, explica Daghestani, miembro del Bloque Fantasma Asturias Acoge.

La inspiración surge del movimiento por un feminismo islámico y una lectura del Corán desde la perspectiva de género. “En el islam existen derechos como el divorcio o el aborto. Sin embargo, el patriarcado y las políticas machistas de muchos regímenes de países musulmanes han privado a las mujeres de estos derechos”, explica Fátima Tahiri, de 28 años, investigadora predoctoral en la Universidad Autónoma de Madrid.

“No es la religión”, cuestiona Noha El-Haddad, médico y activista juvenil musulmana de 29 años. “Insultan mi inteligencia cuando me dicen que he elegido una religión que va en contra de mí como mujer. En España hay muchísimo machismo y nadie se atreve a decir que es por causa del catolicismo”, añade. El-Haddad afirma que dentro de la comunidad musulmana cada vez hay más mujeres que comparten reivindicaciones feministas dentro del islam, que consideran que la lucha por los derechos no implica excluir la religión. De nuevo un lenguaje diferente al del feminismo occidental.

Según un estudio de la Unión de Comunidades Islámicas de España y el Observatorio Andalusí, divulgado en febrero pasado por Europa Press, los seguidores del islam representan el 4 % de la población total española. De los cerca de dos millones de musulmanes, el 42 % ya son españoles, con una tendencia a aumentar frente a los musulmanes migrantes. Nuevas generaciones que crecen en España y que cambian la sociedad. “La diversidad nos enriquece y nos fortifica, no nos divide”, recalca con optimismo Daghestani.

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