Carta contra la islamofobia

Publicado originalmente por Alexandra Dumitrascu en agosto de 2016 Atalayar, aunque aquí publicamos la versión modificada de ese artículo aparecido en Dialogad, que es la página web de su autora

 

Cada acto terrorista de etiología yihadista acontecido en suelo occidental, entre otras consecuencias, contribuye a alimentar la ola xenófoba e islamófoba. De acuerdo a un estudio de la Universidad de Leipzig, publicado en 2016, más del 40% de los alemanes estaba de acuerdo con que se prohibiera la entrada de los musulmanes en Alemania, mientras que la mitad aseguraba sentirse ajeno en su propio país ante su numerosa presencia.

En España, la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia registró en 2015 un incremento de casi 570% incidentes contra personas que profesan el islam en el país, y contra las instituciones de este género. Durante 2017 se registraron 546 ataques islamofobos, de los cuales un 70% ocurrió a través de las redes sociales. Tras los atentados de Bruselas de 2016, el hashtag #StopIslam se convirtió en tendencia global en Twitter al ser utilizado de forma indiscriminada en cualquier mensaje difundido relacionado con el ataque, aunque fuese informativo. Asimismo, al igual que en otros países de Europa, se han multiplicado los ataques vandálicos contra las mezquitas y los centros de refugiados.

En Países Bajos, Reino UnidoFrancia o Hungría, entre otros, están resurgiendo o fortaleciendo los partidos políticos ultra derechistas a calor de seguidores cada vez más cautivados por el discurso del miedo que los líderes de estas agrupaciones pronuncian.

Hay más de 1.6 billones de musulmanes en todo el mundo, lo que equivale al 25% de la población, y un ínfimo porcentaje lo representa los salafistas yihadistas, responsables de que toda una comunidad que profesa la fe islámica sea equiparada con el terrorismo. Titulares mediáticos, cada cual más llamativos, han invitado a que nos cuestionemos acerca de la tendencia del islam a promover la violencia, llegando incluso a ganar terreno cuando se ha recriminado a los musulmanes el no haber levantado más alto la voz a la hora de condenar el terrorismo islámico. Aunque esto ocurrió cuando, movidos por la empatía de la cercanía, sólo hemos contado nuestrras víctimas y nos hemos olvidado de que la mayor parte de ellas son los propios musulmanes que sufren atentados casi a diario.

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