La precampaña electoral europea de 2019 empezó en Hungría antes de tiempo. A finales de febrero, el gobierno de Viktor Orbán desplegó vallas publicitarias, anuncios en prensa y publicaciones en la página oficial de Facebook del ejecutivo, con la imagen del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y la del millonario George Soros (la bestia negra en la retórica populista de Orbán) acusándolos de conspirar para abrir las puertas de Europa a la inmigración descontrolada. Ni el mensaje ni la personificación de los culpables eran nuevos pero, por primera vez, Bruselas salió de su no confrontación habitual y acusó al Gobierno húngaro de difundir fake news (un concepto que ya forma parte tanto del vocabulario diario como del catálogo de armas verbales arrojadizas contra cualquier ataque o disensión política). La Comisión lanzó en cuestión de días una contracampaña titulada “Los hechos importan” refutando, uno a uno, los argumentos de Orbán.