Artículo publicado originalmente por Paulino Ros en eldiario.es el 3 de octubre de 2020.
En la Región de Murcia habitan 222.022 extranjeros, según el censo oficial a uno de enero de 2020. Eso es el 14’69% de la población. La presencia de esos inmigrantes en la vida social y política tiende a cero, no existen, no se les escucha, no importan. Eso sí, sus apariciones en medios de comunicación son, casi siempre, para mal. El Observatorio de la Islamofobia comprobó en 2017 que el 62% de los artículos analizados de El País, La Razón, Europa Press y Agencia EFE, reflejaban odio antimusulmán. La cifra bajó en años posteriores, pero sigue siendo muy alta. Red Acoge, Asociación Columbares o Fundación Al Fanar, son algunas de las organizaciones que trabajan para que a los periodistas se nos meta en la cabeza que los inmigrantes son personas con derechos y dignidad; para que, por ejemplo, no llamemos ‘menas’ (Menores Extranjeros No Acompañados), a los inmigrantes menores de edad.
No es sencillo cambiar la dinámica de los medios, se requiere tiempo y voluntad. Hay que formar mejor a los periodistas, explicarles que en la Región de Murcia se dirigen a un público en el que hay 90.000 marroquíes, 20.000 ecuatorianos, 8.300 bolivianos, 7.600 ucranianos, 7.400 colombianos, 5.300 búlgaros y 4.200 chinos. Así hasta llegar a casi el centenar de nacionalidades, cuya aportación es imprescindible para nuestra economía. Han llegado para quedarse, han visto nacer a sus hijos aquí, pero tienen sobre ellos el estigma de sus nombres y apellidos, del color de su piel y hasta de su forma de vestir. Superando obstáculos, esas personas de raíz extranjera son ya médicas, enfermeras, guardias civiles, periodistas, biotecnólogas, traductores, o sociólogos, además de jornaleros o cuidadoras.