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La cobertura mediática del proyecto de ley contra el “separatismo islamista” de Francia: un análisis cualitativo

Mónica Carrión, co-directora del Observatorio de la Islamofobia en los Medios

 

El último trimestre de 2020 se caracterizó por el gran corpus de piezas informativas filtradas según los criterios de búsqueda de nuestra metodología de ese ejercicio: 407 noticias frente a las 512 piezas analizadas en los 9 primeros meses del año, correspondientes sobre todo a los diarios nacionales El País y La Razón, medios de seguimiento presentes en la metodología desde el primer ejercicio del Observatorio de la Islamofobia en los Medios, y en mucha menor medida a los dos diarios locales Segre y El Faro de Ceuta (Ver relatoría de las estadísticas del último trimestre de 2020). La incorporación a la metodología de la versión en castellano del diario Segre, publicado en Lérida y con distribución la región del Ponent y del Pirineo occidental catalán, y del El Faro de Ceuta, periódico local de la ciudad autónoma, fue precisamente una de las novedades del año pasado.

El gran corpus de piezas informativas de la recta final del año, tuvo que ver con la gran cantidad de acontecimientos que se produjeron en esos meses tanto en España como en otros países europeos, principalmente en Francia: la ley contra el “separatismo religioso de Macron, varios atentados terroristas y ataques violentos como el asesinato del profesor Samuel Paty, los atentados de Niza y Viena, el inicio del juicio por los atentados de Barcelona y Cambrils, las detenciones de varios personas supuestamente implicadas en tramas terroristas.

Este análisis se centra en las noticias de información y artículos de opinión, muy numerosos en los 2 medios nacionales estudiados, sobre la conocida como ley contra el “separatismo islamista” del presidente francés Emmanuel Macron sobre la que intentamos arrojar algo de luz en el artículo “La lucha de Macron contra el denominado ‘separatismo islamista’ estigmatiza a los musulmanes en Francia” de Álvaro de Argüelles Lugo, colaborador del Observatorio de la Islamofobia en los Medios. En este análisis hemos seguido las pautas marcadas por nuestro Protocolo de interacción en virtud de las cuales omitimos el nombre del diario y el autor de los extractos que incluimos en él para ejemplificar determinadas prácticas.

El proyecto de ley, que fue aprobado por la Asamblea francesa en primer debate el 16 de febrero de 2021 y posteriormente en abril por el Senado francés, aunque deberá ser debatido por diputados y senadores para acordar un texto común en una comisión mixta, ha suscitado y suscita aún una gran expectación mediática también en nuestro país.

En algunas de estas coberturas mediáticas del proyecto de ley francés hemos detectado ecos de algunos de los principales discursos que conforman la llamada nueva islamofobia de la que nos hablaba Moussa Bourekba en su artículo “Discursos estereotipados sobre los musulmanes en España: de moro a musulmán, de islam a musulmanes”, publicado en 2017 en el marco de nuestro primer informe anual Una realidad incontestable. Islamofobia en los medios: «En La nouvelle islamophobie, Vincent Geisser distingue dos tipos de islamofobia: la islamofobia colonial y la nueva islamofobia. La primera está, en el ámbito francés, arraigada en el contexto colonial y especialmente vinculada con el trato institucional de los argelinos («musulmanes») por parte de la administración colonial francesa. En cambio, la nueva islamofobia se presenta como una combinación de componentes tanto históricos —hostilidad y desconfianza hacia el islam, racismo antiárabe— como contemporáneos —actitudes hostiles a la inmigración— que tienen como consecuencia la legitimación de un discurso hostil hacia los musulmanes. Por tanto, es difícil tachar este discurso de racista ya que plantea la compatibilidad del islam con la democracia y su carácter no violento bajo una perspectiva basada en los valores y la defensa de los derechos humanos (y no, aparentemente, en términos de razas o etnia). En otras palabras, la islamofobia colonial nutre o por lo menos justifica los discursos promocionados en el marco de la islamofobia contemporánea».

El camino a la legitimación de ese discurso hostil hacia los musulmanes lo abonaría la no-disociación, o directamente la asociación del polémico proyecto de ley a acontecimientos violentos que se produjeron en el último semestre de 2020, como hemos observado en muchas de las noticias estudiadas: la decapitación del profesor de Samuel Paty, el ataque con cuchillo en la catedral de Niza que dejó tres muertos y numerosos heridos, el ataque con arma blanca a la entrada de la antigua redacción del semanario Charlie Hebdo que dejó dos heridos graves, la re-publicación de las caricaturas de Mahoma coincidiendo con el inicio del juicio del atentado de 2015, y la declaración hecha Macron tras el asesinato de Paty en la que reiteraba “el derecho, en nombre de la libertad de expresión, de hacer, publicar o mostrar caricaturas de Mahoma”.

Aquí exponemos algunos ejemplos concretos:

  • En los artículos analizados el islam sigue siendo tratado en muchas ocasiones como un elemento ajeno, un problema a resolver o una entidad nebulosa con la que Europa/Occidente está en conflicto, de la que se tiene que defender: “Macron llama al combate contra el ‘separatismo islamista’ en Francia”; “Francia-Islam: Detener la escalada”, y las comunidades musulmanas de Francia, y de Europa en general, siguen siendo abordadas en términos de “integración” en una continua extranjerización de sus integrantes: “Aunque con matices diferentes, la cuestión de la integración de las comunidades musulmanas concierne a muchas sociedades europeas, y por tanto la iniciativa francesa tiene un interés que supera sus fronteras”.
  • Las comunidades musulmanas son puestas bajo sospecha y asociadas al oscurantismo y a la violencia: “Francia pone las mezquitas bajo la lupa”; “ha dicho el presidente francés en Les Mureaux, un municipio de 32.000 habitantes a 40 kilómetros de París y con varios barrios designados como objetivo de ‘reconquista republicana’ ante el avance islamista”; “En 2018, el Estado localizó 15 barrios con problemas graves de radicalización, ‘ecosistemas paralelos’ donde algunas asociaciones facilitaban desde plazas de guardería hasta empleos”. No obstante, en escasas ocasiones, esa sospecha continua que afecta a las personas musulmanas es denunciada: “Probablemente, esta cadena de reacciones contraríe las racionales lecciones del profesor asesinado. Porque la carta de presentación del criminal deja fluir insidiosamente en la opinión pública una ecuación reductora que puede conducir al estigma: yihadista, igual a terrorista, islamista y musulmán. Para muchos musulmanes, supone una dificultad más que asumir por ejercer su creencia; se sienten sospechosos y su lealtad ciudadana cuestionada. Aunque, a través de sus representantes, condenen pública y reiteradamente este acto cruel, seguirán experimentando la desconfianza latente hacia ellos”.
  • No se han encontrado muchas piezas informativas en las que se haga un análisis objetivo de muchas de las medidas discriminatorias de este proyecto de ley, salvo algunas excepciones como este artículo de opinión cuyo autor advierte de los peligros que aquel entraña para la convivencia: “El Gobierno francés debe realizar por tanto un enorme esfuerzo no solo para impedir que se viole la ley e integrar en la República a los que ahora viven al margen de ella, sino también para que aquellos que ya están dentro no sufran estigmatización”.  
  • Otra cuestión que cabe destacar es que los medios han reproducido, sin cuestionarla o aclararla, la confusión terminológica en la que se mueve el proyecto francés y el discurso político que lo respalda donde se mezclan islam político, integrismo, separatismo, comunitarismo, yihad y terrorismo.
  • También hemos echado en falta, como suele ser habitual, un mayor equilibrio de las voces representadas en las piezas informativas y un relato más completo de cómo se está viviendo esta situación desde las propias comunidades musulmanas de Francia.

Aunque el proyecto de ley formalmente no va dirigido, como se reitera desde el Estado francés, a ningún colectivo ni religión, el hecho de que muchas de sus medidas afecten directamente a las comunidades musulmanas de Francia, y que la cobertura de esta ley no haya sabido dejar al margen a esas comunidades, vinculándolas a violencia, terrorismo y falta de libertad de expresión, pone en riesgo la objetividad de una práctica periodística que es perfectamente capaz de distinguir unas cuestiones de otras como hemos constatado en nuestros análisis.

 

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