Artículo publicado originalmente por Désoriental Média Métèque el 14 de abril de 2021
Attika Trabelsi, cofundadora de la asociación Lallab pone en marcha su editorial feminista y antirracista: Femmeuses.
Su primer libro ofrece quince retratos de mujeres musumanas inspiradoras que han formado parte de la Historia pero han sido invisibilizadas.
Antes de la publicación del libro, Attika contestó a nuestras preguntas en una entrevista en la que habla de su relación con la multiculturalidad, comparte sus corazonadas culturales, eeoca la trasmisión de sus padres y a sus hijos, y narra cómo se ha construido su compromiso militante. También habla de su libro (disponible aquí) y de Jadiya, la mujer del Profeta, una mujer poderosa y vanguardista pco conocida y comprendida por las personas musulmanas.
PREGUNTA: ¿Puedes presentarte?
RESPUESTA: Me llamo Attika y estoy trabajando en un proyecto de libro que quiere poner el foco en las mujeres musulmanas olvidadas, invisibilizadas y a veces descalificadas.
P: ¿Cómo respondes a la pregunta “De dónde vienes”?
R: Hay muchas respuestas. Está la de la provocación que diría que vengo de Borgoña. Y después está la respuesta a de dónde vengo realmente. De momento, es más complicada porque mi padre es tunecino, mi madre argelina, mi abuelo es sudanés, y yo he nacido y crecido en Francia. ¿De dónde vengo? Pues un poco de todas partes y creo que mis abuelos también venían de otra parte, aunque no está tan claro.
P: ¿Cómo se manifiesta tu doble cultura en tu trabajo?
R: Pues en muchas cosas. Creo que tiene impacto en la creatividad, en nuestra manera de pensar, de reflexionar, de actuar. De hecho yo diría que esa pluralidad de identidades es el origen de este libro. Es el origen de un cuestionamiento. Un cuestionamiento de, por una parte, modelos de mujer a los que he tenido que enfrentarme y que no fueron “inspiradores” para mí cuando crecía. Se nos ofrecían continuamente modelos de mujeres que nos recordaban que estaba bien ocuparse de la familia, del marido, de los amigos, de todo el mundo…excepto de ellas mismas. Y después, por otra parte, yo fui desarrollando una mirada bastante feminista. Pero no con el feminismo “mainstream” ya que fue el encuentro con el afro-feminismo y la interseccionalidad lo que me forjó.
En el cruce de esta frustración durante mi educación, con una falta de figuras históricas musulmanas referentes, y todos esos interrogantes sobre las cuestiones feministas, de género, de sexismo, de misoginia… mezclamos todo eso y una se dice: “Vale, y yo, en todo eso, como mujer musulmana, ¿Cómo me posiciono? Yo, que no he tenido esos referentes modelo ¿Cómo hago para trabajar para que aquellos y aquellas que están buscando respuestas puedan encontrarlas, para que mis hijos puedan escapar de esos cuestionamientos profundos, muy difíciles de atravesar?
P: ¿Cuándo fuiste consciente de que tenías varias culturas?
R: Muy pronto, desde la guardería. Tenía una compañera que se llamaba Océane y un día me dijo una cosa que me marcó: “No podemos jugar juntas porque papá y me me han dicho que tienes las manos sucias. Tu piel es sucia”. Tuve el reflejo de decir: “¡No! Mira las palmas de nuestras manos, son del mismo color”. Fue una respuesta de niña, pero pensando sobre ello, fue en realidad muy fuerte.
La aceptación de las identidades, de la pluralidad, es compleja. Cuando creces en un contexto que donde no son una fuerza, te ves a ti misma escondiéndolas o a veces extrapolándolas. Pero más tarde o más temprano, tienes que abordar el tema.
P: Y tú, ¿Cómo lo conseguiste?
R: De modo diferente según la etapa de mi vida. En un primer momento con rechazo porque me quería parecer a las personas que me rodeaban, quería ser apreciada. Cuando era pequeña tenía esa necesidad de ser reconocida. Cuando crecí, y sobre todo en la universidad, he encajado el tema de manera completamente diferente, porque fue en ese momento cuando yo realmente me deconstruí. Descubrí el antirracismo, el afro-feminismo, el feminismo islámico. Conocí a gente que se parecía a mí y entonces, fue un poco todo exagerado, exacerbado. Y luego, finalmente, después de ese periodo que me permitió reconectar, he aprendido a encontrar un equilibrio.
(…)
P: ¿Es difícil ser un “puente” entre culturas?
R: Es bastante divertida esa noción de puente, decir que tenemos los dos pies entre muchas historias. Tienes sus ventajas y sus inconvenientes. Empezamos por los inconvenientes: puede provocar la incomprensión de quienes amamos, sobre todo de nuestros padres y abuelos que no entiende siempre nuestras opciones, que no comprenden por qué hacemos eso, y sienten que estamos abandonando nuestra cultura, nuestra identidad “principal” según ellos. Pero también tiene ventajas, en el sentido de que sé que mi madre está muy orgullosa de mí porque he tenido la posibilidad, puede que el valor, de tomas las decisiones que ellos no pudieron tomar porque en aquel momento era todo todavía muy tabú, porque no tuvieron la posibilidad, porque las posibilidades que les ofrecían no eran similares a las de ahora.
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