Artículo de Daniel Gil-Benumeya Flores el Portal de revistas de la Universidad de Granada el 15 de julio de 2021
Resumen
La ciudad de Madrid contó con una presencia islámica histórica a lo largo de más de 700 años, desde la fundación de la ciudad en tiempos del Emirato hasta la época morisca. Este artículo analiza cómo se refleja esa huella histórica en la toponimia urbana, tanto en las denominaciones conmemorativas contemporáneas como en las decarácter cos-tumbrista. Para ello se analizan las denominaciones registradas desde 1835 y se atiende a las narraciones históricas o legendarias que vinculan determinados lugares del callejero con la presencia islámica (habitualmente concretada en la figuraestereotipada del moro), a partir del examen de diversas obras de referencia sobre toponimia madrileña. Se analizan asimismo las representaciones gráficas alusivas a dicha presencia que existen en determi-nadas calles. El artículo muestra que sibien la presencia islámica histórica (andalusí, mu-déjar y morisca) es un elemento relevante en la historia madrileña, está escasamente refle-jado en la toponimia urbana, lo que podría ser síntoma de una dificultad para integrarlo en el patrimonio y la identidad colectiva.
Artículo
Alfonso VI en 1083o 1085, es decir, durante algo más de dos siglos. Madrid es, pues, una ciudad de fundación islámica1[1], cuyas referencias escritas más antiguas están en lengua árabe y cuyos primeros habitantes conocidos fueron musulmanes[2].Esto no excluye la posibilidad de un hábitat anterior a la fundación emiral, ni la presencia de cristianos o judíos entre los primeros madrileños, pero lo cierto es que, pese a las leyendas historiográficas, no existen datos fehacientes que demuestren ni lo uno ni lo otro. Obviamente, hablamos del núcleo histórico de Madrid, no de los barrios y pueblos incorporados por el crecimiento urbano en el siglo XX, donde sí existen evidencias de asentamientos más antiguos. La presencia islámica en la Villa —como se llama por antonomasia a Madrid, cosa que haremos también en este artículo para aligerar las repeticiones—no se agotó en la etapa andalusí. Existió una comunidad mudéjar relativamente bien conocida, sobre todo en su etapa final[3] y una presencia morisca derivada tanto del mudejarismo madrileño como de la afluencia de moriscos granadinos (deportados o esclavos), así como de moriscos de otras procedencias, en el siglo XVI[4].Además, el morisquismo madrileño convivió con otras formas de presencia musulmana o criptomusulmana que se extendió más allá de la expulsión de los moriscos, en-carnada en los esclavos de origen musulmán procedentes de Berbería, del África subsahariana o del Imperio otomano[5],los exiliados o rehenes musulmanes, los renegados (conversos cristianos al islam, o su correlato, musulmanes conversos al cristianismo)[6] o los embajadores[7],entre otros. Existe, pues, en Madrid, un componente islámico histórico que se remonta a los orígenes mismos de la ciudad y se extiende a lo largo de más de siete siglos. A pesar de ello, son escasas las huellas y evocaciones de esta presencia islámica multisecular en la toponimia madrileña, tanto en la tradicional o costumbrista como en la conmemorativa. La primera es la que surge de la vida cotidiana de sus habitantes, mediada por las representaciones hegemónicas, mientras que la con-memorativa busca expresamente oficializar como parte del patrimonio colectivo determinados elementos simbólicos[8]. En el caso madrileño, suele ser tradicional la nomenclatura anterior a1835, que es cuando se elaboraron las primeras normas específicas para nombrar calles.
[1] Mazzoli-Guintard. “La fundación de Madrid”, pp. 18-29; Viguera Molins. “Madrid en Al-Andalus”, pp. 11-35.
[2] Ávila. “Personajes del Madrid islámico”, pp. 54-65.
[3] Miguel Rodríguez. La comunidad mudéjar de Madrid.
[4] Moreno Díaz del Campo. “Algo más sobre los moriscos de Madrid”, pp. 315-346; Prieto Bernabé. “Una minoría disidente en la Corte”, pp. 57-79.
[5] Bravo Lozano. “Mulos y esclavos: Madrid, 1670”, pp. 11-30; Larquié. “Les esclaves de Madrid”, pp. 41-74.
[6] Alonso Acero y Bunes Ibarra.“Los Austrias y el norte de África”, pp. 98-107; Alonso Acero. Sul-tanes de Berbería en tierras de la Cristiandad.
[7] Paradela Alonso. “El Madrid de los embajadores árabes”, pp. 108-117.
[8] Carrión. “Espacio público”, p. 85.