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Pluralismo religioso en la televisión pública: estudio del caso catalán

Artículo de Amparo Huertas Bailén  y José-Luis Terrón-Blanco de la Universidad Autónoma de Barcelona*

 

Resumen

Este texto reflexiona sobre los medios de comunicación como mediadores de los valores y el conocimiento de las creencias religiosas. El análisis se centra en el pluralismo y en el tratamiento del diálogo inter-religioso, e incluimos también la opción del ateísmo. Se presenta aquí un estudio de caso de la televisión pública catalana, utilizando como fuente para la formación del corpus el material disponible en su servicio digital a la carta. El desarrollo de sistemas democráticos laicos no ha supuesto la eliminación de los programas confesionales, pero nuestro trabajo empírico aborda el conjunto de la programación. Se ha analizado un total de 106 unidades, producciones audiovisuales publicadas entre 2015 y 2018. La muestra se divide en dos grupos: piezas que tratan una única creencia (65) y piezas que abordan más de una (41). Se ha realizado un estudio cuantitativo y, en relación a las unidades pluri-religiosas, este se ha complementado con un análisis cualitativo. Los resultados nos permiten observar que destaca la religión Católica (presente en el 49% del total de la muestra), seguida del Islam (35%). A continuación, con un porcentaje inferior, aparece el Judaísmo (17%). Por su parte, el ateísmo (10%) siempre se presenta en contraposición al catolicismo. Domina el contenido informativo (83%). Las personas creyentes suelen ser presentadas en calidad de víctimas y el 44% de las piezas pluri-religiosas hablan exclusivamente en clave de conflicto. Con la excepción de las religiones Católica y Musulmana, los mensajes suelen hacer referencia a otros países, lo que ahonda en la distancia entre un «nosotros» y un «otros». En los programas confesionales, sobresale lo que hemos dado en llamar «periodismo amable», caracterizado por eludir el conflicto y reforzar el tratamiento monolítico de las religiones, sin divergencias internas.

 

Palabras clave: Religión; Pluralismo; Diálogo inter-religioso; Interculturalismo; Televisión pública; CCMA; TV3; Televisión; Periodismo; Mediación; Ateísmo; Laicismo; Iglesia Católica; Islam; Judaísmo; Catalunya; España.

 

Introducción

 

Uno de los principios fundadores de los medios de comunicación de titularidad pública en Europa es la obligación de abordar la diversidad social de forma responsable y respetuosa. La consolidación de sistemas democráticos europeos fue acompañada de la creación de unos medios de comunicación definidos –en principio– como plurales, y con un funcionamiento al margen de las aspiraciones comerciales. Esta oferta mediático-cultural era considerada una herramienta esencial tanto por su capacidad socializadora (difusión de valores, conocimientos, símbolos, etc.) como por su potencial contribución a la cohesión social (el sentimiento de pertenecer a un proyecto social que va más allá del individuo y que, al mismo tiempo, reconoce las diferencias) (Couldry; Livingstone; Markham, 2007; Huertas-Bailén, 2002; 2015; Cuesta, 2000; Wolton, 1999; Blumler, 1993; Martín-Barbero, 1987). En ese contexto, que podemos situar en la segunda mitad del siglo XX, abogar por el pluralismo era defender la necesidad de aportar al conjunto de la sociedad toda la información y los conocimientos necesarios para que ésta entendiera su entorno y, en consecuencia, pudiera actuar sin problemas en calidad de ciudadanía, no solo a la hora de decidir su voto sino también en el momento de tomar cualquier decisión relacionada con la convivencia y los aspectos comunitarios. La palabra pluralismo hacía referencia, básicamente, a la difusión de todas las perspectivas y opiniones posibles sobre todos los temas tratados, y los reglamentos específicos hablaban de forma explícita de la riqueza de las sociedades, apuntando aspectos lingüísticos, étnicos, estéticos y espirituales. Evidentemente, nos referimos al pluralismo interno, cuyo estudio se ha centrado sobre todo en la independencia política del contenido informativo (Montero-Sánchez; Díaz-González; Quintas-Froufe, 2015; Karppinen, 2013; Humanes; Montero-Sánchez; Molina-De-Dios; López-Berini, 2013). Con el crecimiento de la oferta audiovisual privada tras los procesos de desregularización desencadenados en las últimas décadas del siglo XX, el papel de lo público poco a poco fue desdibujándose, incluida esa atención a la diversidad. La competencia entre sector público y sector privado, unida a la propia evolución de los valores sociales, del lenguaje audiovisual y de las posibilidades tecnológicas, ha conllevado una imprescindible, y constante, redefinición de las estrategias programáticas. El sector público, obligado a ocupar lugares destacados en los rankings de audiencia para poder justificar su financiación, se ha visto obligado a someterse periódicamente a procesos de renovación de géneros y formatos (Arriaza-Ibarra; Nowak; Kuhn, 2015; Miguel-De-Bustos; Casado-Del-Río, 2012; Bustamante, 1999). Pero nuestro foco de interés aquí es el contenido religioso; en concreto, la cuestión que nos ocupa es el espacio que las parrillas programáticas de las televisiones públicas le dedican actualmente, así como el grado de pluralismo que alcanza. Si nos fijamos en la oferta pública de televisión en España, podemos comprobar fácilmente que continúan existiendo programas confesionales. Aunque con un peso reducido, tanto desde el punto de vista cuantitativo –escaso número– como cualitativo –ubicados en horarios de consumo valle–, estos espacios siguen presentes. Es decir, el desarrollo de sistemas democráticos laicos no ha supuesto la eliminación de los contenidos especializados en temática religiosa. Pero, dado nuestro interés en el pluralismo religioso, en este análisis adoptamos una mirada transversal sobre las parrillas programáticas y no nos centramos exclusivamente en estas emisiones especializadas en una única creencia. Para ello, planteamos un estudio de caso sobre la programación televisiva de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA).

 

En sociedades globales, hiperconectadas y cada vez más diversas, informar sobre aspectos relacionados con la diversidad cultural es cada vez más complejo. Y, en lo que respecta a las religiones y creencias, esa complejidad resulta del todo evidente. Ante la creciente convivencia intercultural en un Estado como el español definido como laico, nos hacemos preguntas como las siguientes: ¿tiene sentido seguir distinguiendo entre religión mayoritaria y minoritarias?, ¿conviene seguir diferenciando entre realidades socio-históricas diferentes, la nuestra y las ajenas?, ¿cómo se está abordando el diálogo (encuentro) inter-religioso? o ¿qué espacio mediático se le otorga al no creyente? Actualmente, en grandes y pequeñas ciudades, conviven múltiples culturas. Los procesos migratorios, las conversiones de personas autóctonas y la llegada de nuevas espiritualidades (como moda, como herramientas de autoayuda psicológica, etc.) han incrementado el número de creencias que hoy en día pueden convivir en cualquier ciudad europea. De-Marcos-Andreu (2012) describe esta situación con el concepto de “espiritualidades difusas”. Centrándonos en el contexto español, por un lado, está la religión mayoritaria, la Católica. Ésta está presente, además, en los ámbitos educativo, sanitario y cultural (Briones-Gómez, 2018); aunque también es cierto que se ha de tener en cuenta el decrecimiento de su penetración entre la población. Un trabajo realizado por Pew Research Center en Europa entre 2015 y 2017 sobre una muestra formada por 54.000 personas (Abad-Liñán, 2018), señala que en España, donde el 92% de la población ha sido educada como cristiana, cuando se alcanza la edad adulta solo el 66% se considera como tal. Este margen de diferencia que se da en el caso español solo es superado en dos de los otros países que formaron parte del estudio, Noruega y Bélgica. Otro trabajo, más reciente y realizado con una muestra poblacional ubicada exclusivamente en España, el Barómetro de julio del 2019 del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS, 2019), también apunta en la misma dirección. Basado en una muestra de 2.952 personas, el porcentaje de encuestados que se definen como católicos no practicantes se sitúa en el 44,7%, mientras que el índice de católicos practicantes se queda en un 22,7%1 . La cifra de católicos no practicantes en Catalunya se mantiene cerca de esa media (41,7%), pero, en cambio, es la comunidad con menor porcentaje de católicos practicantes (10,9%). Sobre las religiones minoritarias, este mismo estudio del CIS (2019) nos permite perfilar su distribución en la sociedad española y catalana. De entre los 2.952 individuos encuestados, poco más del 2% se presenta como creyente de religiones distintas a la Católica. Siguiendo el Mapa Religioso del Departamento de Justicia de la Generalitat de Catalunya, este conjunto de religiones sería el siguiente (ordenadas de mayor a menor presencia):

– Evangélica (con dominio del pentecostalismo),

– Musulmana (mayoritariamente de tradición Sunita),

– Testigos cristianos de Jehová,

– Budismo,

– Ortodoxa,

– Hinduismo,

– Adventista,

– Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días,

– Sikhismo,

– Taoísmo,

– Judaísmo y

– Bahaísmo.

 

Por estudios como el «Barómetro sobe religiosidad y gestión de la diversidad 2016», del Centre d’Estudis d’Opinió de la Generalitat de Catalunya (2017), sabemos que cerca de la mitad de la población considera necesario tener conocimientos sobre las diferentes confesiones religiosas y que el contacto intercultural crece, ya sea de forma voluntaria o por el encuentro forzado en lugares como los centros escolares o los lugares de trabajo. Pero, en paralelo, continúan dándose actitudes racistas, de abierto rechazo hacia los “otros”. Un claro ejemplo se da en relación a la población musulmana, como queda demostrado en las habituales manifestaciones contra la obertura de centros de culto (Moreras, 2017). Según Estruch (2014), aunque se está avanzando en la buena dirección, no se ha alcanzado todavía la plena normalización y perduran falsos paradigmas como, por ejemplo, pensar que una sociedad es plural cuando coexisten diversas tradiciones religiosas sin tener en cuenta, por ejemplo, la desigualdad de condiciones de determinadas comunidades a la hora de seguir sus prácticas y/o rituales.

 

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(*) Huertas-Bailén, Amparo; Terrón-Blanco, José-Luis (2020). “Pluralismo religioso en la televisión pública: estudio del caso catalán”. En: Comunicación y diversidad. Selección de comunicaciones del VII Congreso Internacional de la Asociación Española de Investigación de la Comunicación (AE-IC). Valencia, España, 28-30 de octubre,
pp. 271-280. EPI SL. ISBN: 978 84 120239 5 4

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