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Feminismo islámico, una lucha contra el colonialismo y el patriarcado

Publicado originalmente por Javier Blanco en El Orden Mundial el 16 de julio de 2020

 

El feminismo islámico surge de las luchas anticoloniales en el mundo árabe y tiene como principal objetivo reinterpretar en clave femenina los textos islámicos, cuya lectura ha sido monopolizada por los hombres desde hace siglos. Además del patriarcado musulmán, el feminismo islámico se enfrenta a importantes retos, como la islamofobia o algunos discursos feministas occidentales que consideran que el feminismo y el islam son incompatibles y contradictorios.

 

Chandra Mohanty, profesora de estudios de género de origen indio y un referente mundial de los feminismos decoloniales, critica la forma occidental de ver a las mujeres del “tercer mundo”. Afirma que parte del feminismo occidental entiende a estas mujeres como un colectivo homogéneo, dependiente y oprimido, una visión que Mohanty considera colonialista. Sin embargo, la lucha por la igualdad de género fuera de Occidente es tan diversa como los contextos de dominación machista en los que se da, y es por ello que puede hablarse de feminismos negrolatinoamericano, indígena o islámico, entre otros.

Aunque el feminismo islámico también es diverso, su objetivo principal es emancipar a la mujer musulmana mediante la relectura de los textos sagrados del islam en clave femenina. Pero el feminismo islámico no solo lucha contra el patriarcado musulmán; también debe soportar la islamofobia y esquivar el paternalismo de parte del feminismo occidental, que cuestiona que islam y feminismo sean compatibles. El debate sobre el feminismo islámico suele estar marcado por la supuesta contradicción entre feminismo e islam, entendiendo que el islam es irremediablemente patriarcal y que, por tanto, “feminismo islámico” es un oxímoron. Sin embargo, entender el feminismo islámico como un oxímoron invisibiliza la lucha de las mujeres que, sin abandonar la fe islámica, han decidido recorrer el camino de la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres.

 

Deconstruyendo el colonialismo

 

El colonialismo europeo llegó al mundo árabe en el siglo XVIII, aunque no tomó fuerza hasta principios del siglo XX, cuando, tras la derrota del Imperio otomano, el dominio de Francia y Reino Unido se hizo más evidente. A lo largo del siglo XX, en el mundo árabe surgieron dos respuestas políticas al colonialismo europeo. El primero fue el nacionalismo árabe, o panarabismo, que pretendía unir políticamente a los pueblos árabes y era laico; su máximo exponente fue el expresidente egipcio Gamal Abdel Náser.

 

Por otro lado, opuesto tanto al colonialismo como al nacionalismo árabe surge el islam político, o islamismo. El islamismo aspira a aplicar valores islámicos al gobierno de los países musulmanes y está influido por las ideas de pensadores como el egipcio Sayid Qutb, un intelectual que dirigió la organización islamista Hermanos Musulmanes. Por lo general, el islam político es conservador, pero también es un movimiento muy heterogéneo. Un ejemplo es Túnez, donde el partido islamista Ennahda ha gobernado el país democráticamente en varias ocasiones desde 2011 y, tras ganar la alcaldía de la ciudad de Túnez en 2018, convirtió a Souad Abderrahim en la primera alcaldesa de una capital del mundo árabe.

 

Con la respuesta anticolonial surgen también los primeros reclamos árabes por la igualdad de género. La egipcia Huda Shaarawi se convertiría en 1923 en el primer referente del feminismo árabe cuando, en un acto de protesta, se quitó la parte del velo que le cubría el rostro delante de centenares de mujeres en El Cairo. Shaarawi fundó la primera organización feminista en un país musulmán, la Unión Feminista Egipcia, y sus reivindicaciones se centraron en materias políticas, como la generalización de la educación femenina, el derecho al voto o la restricción de la poligamia. Este feminismo árabe laico coexiste hoy en la región con otro feminismo surgido más tarde: el feminismo islámico.

Al mismo tiempo, el feminismo ganaba fuerza en Occidente, desde la lucha por el sufragio a finales del siglo XIX a los reclamos de la filósofa francesa Simone de Beauvoir, que a mediados del siglo XX criticó la desigualdad social a la que el patriarcado relegaba a las mujeres. Debido a que el auge del feminismo occidental coincidió con la colonización europea, el feminismo fue entendido desde algunos sectores del mundo arabomusulmán como un elemento exógeno, propio de la Europa colonialista.

 

Sin embargo, eso no evitó que aparecieran voces de mujeres feministas musulmanas, que inauguraron el feminismo islámico alrededor de los años noventa, tras el fracaso del nacionalismo árabe. Dos de sus referentes fueron la egipcioestadounidense Leila Ahmed y la marroquí Fátima Mernissi, que criticaban tanto las lecturas patriarcales del islam como el colonialismo occidental, que toma a las mujeres musulmanas como oprimidas y dice querer liberarlas del islam.

El islam surge en el siglo VII en la península arábiga, que entonces estaba poblada por tribus politeístas. Generalmente, estas tribus eran patriarcales y no consideraban que las mujeres tuvieran derecho a la elección matrimonial, el divorcio, la herencia o a poseer patrimonio. La llegada del islam instauró un sistema social nuevo, como detallan los textos sagrados: el Corán y los hadices, que recogen los dichos del profeta Mahoma. De ellos extraen los islamistas las enseñanzas que deben guiar la vida social de los musulmanes, que se traducen en distintas visiones de la ley islámica, la sharia. Según el feminismo islámico, los textos sagrados otorgan a la mujer esos derechos de los que no gozaba antes de la llegada del islam; por tanto, reinterpretándolos en clave femenina es posible emancipar a la mujer musulmana del patriarcado islámico.

 

El feminismo islámico defiende, por ejemplo, que en la mayoría de aleyas coránicas Dios se dirige tanto a hombres como mujeres, lo que anula la prevalencia que se le ha dado al hombre sobre la mujer en contextos islámicos. Además, las feministas islámicas apuntan a que el pecado original aparece en el Corán atribuido tanto al hombre como a la mujer, y señalan que en el texto sagrado se elogia a mujeres fuertes. Es el caso de Balquis, reina de Saba —actual Yemen— en el siglo X a.C., a la que, sin nombrar directamente, el Corán pone como ejemplo de buen gobierno, poder, riqueza o inteligencia.

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