En el Reino Unido, la islamofobia va en aumento, pero las medidas antirracistas existentes no están preparadas para hacerle frente.
Artículo publicado originalmente por Mohammad Zaheer en la revista Foreign Policy el 29 de enero de 2021
En los últimos años, el Reino Unido ha visto cómo la islamofobia ha ido aumentando a un ritmo alarmante. En 2011, Sayeeda Warsi, ex presidenta del Partido Conservador y una de las principales políticas musulmanas del país, dio la voz de alarma cuando afirmó que el racismo anti-musulmán se había normalizado tanto que había «pasado la prueba de la mesa del comedor». Desafortunadamente para ella y para la comunidad de personas musulmanas británicas en general, las cosas han ido de mal en peor. En 2020, el Consejo Musulmán de Gran Bretaña envió un dossier con 300 denuncias de islamofobia contra el Primer Ministro, Boris Johnson, y miembros del Partido Conservador, remitidas a la Comisión para la Igualdad y los Derechos Humanos. Era la segunda vez, que, en vano, el Consejo Musulmán de Gran Bretaña imploraba al guardián de la igualdad que iniciara una investigación formal del partido gobernante.
En diciembre pasado, se informó de que Ali Imdad, ex concursante del programa de televisión El Gran Pastelero Británico había sido sometido a acoso islamófobo cuando tomaba un autobús de regreso a casa. Ninguno de los demás pasajeros acudió en su ayuda, según Imdad, y encima, cuando intentó hablar alto para defenderse, el conductor amenazó con expulsarlo.
La islamofobia no obtiene el mismo reconocimiento que términos relacionados, como el racismo, posiblemente porque sólo se ha reconocido de forma significativa en el discurso político durante los últimos 20 años. De hecho, a pesar de varios esfuerzos realizados y que han tenido repercusión mediática, como el del Grupo de Todos los Partidos del Parlamento (APPG en sus siglas en inglés) sobre las personas musulmanas británicas en 2018, ni siquiera hay aún una definición universalmente aceptada de la islamofobia.
El Reino Unido tiene más de 3,4 millones de residentes musulmanes, lo que supone casi un 5 por ciento de su población total. La comunidad musulmana británica encarna una enorme diversidad lingüística, cultural y socioeconómica a la que añadir la propia diversidad de las costumbres islámicas. Pero a pesar de su presencia en el país desde el siglo XVI, las personas musulmanas a menudo son tratadas como «el otro».
La islamofobia en el Reino Unido realmente se hizo objeto de examen en los años 1970 por el crisis del petróleo OPEP, que vio la falta de comprensión de la diferencia entre árabe y musulmán, considerando a ambos grupos como amenaza a la economía y la civilización de Gran Bretaña. El periodo posterior a la publicación de la novela Los versos satánicos de Salman Rushdie en 1988, que le ganó la ira de personas musulmanas alrededor del mundo y un edicto religioso contra su vida por el líder iraní Ayatollah Ruhollah Khomeini, también introdujo la islamofobia a la tendencia dominante.
Al mismo tiempo, el asunto Rushdie, y la alienación de las personas musulmanas resultante de aquello empujó a muchos jóvenes musulmanes del país a unirse en torno a la identidad musulmana, lo que a su vez les causó un mayor rechazo en la sociedad británica. Aunque las leyes raciales del país proporcionan protección legal a las comunidades sij y judías basándose en su identidad racial/étnica, la comunidad musulmana británica ha sido excluida. En el caso de Nyazi contra Rymans Ltd en 1988, al demandante musulmán se le negó protección al amparo de la Ley de relaciones raciales de 1976 alegando que «las personas musulmanas son personas de muchas naciones y colores, que hablan muchos idiomas y cuyo único denominador común es la religión y la cultura religiosa».
Incluso décadas después, las leyes antirracistas británicas son insuficientes para tratar el hecho de que las personas musulmanas estén en el punto de mira de grupos de extrema derecha que usan formas más sutiles de prejuicio y discriminación. Por ejemplo, columnistas prominentes de plataformas importantes han escrito artículos que afirman que la islamofobia es una ficción, argumentan que no hay islamofobia suficiente en el partido Tory, o preguntan ominosamente, «¿Qué haremos con respecto al problema musulmán entonces?». Estos articulistas se han enfrentado consecuencias profesionales o pérdida de respetabilidad insignificantes, cosa difícil de imaginar si el objeto de sus ataques hubiera sido otro grupo. Antes de ser Primer Ministro, Boris Johnson llegó a comparar a las mujeres que llevan burka con «buzones» y «ladrones de bancos». A pesar de que los incidentes islamófobos aumentaron un 375 por ciento, según informes, en la semana posterior a sus comentarios, una investigación interna por parte de los Conservadores los encontró «respetuosos y tolerantes».
No son solamente los políticos de derechas quienes promueven la islamofobia. Aunque ha habido amplia cobertura de la presencia de la islamofobia en el Partido Conservador, el Partido Laborista, que se considera la formación política antirracista más grande del país, también ha estado en las noticias por razones equivocadas. A fines del año pasado, la Comunidad Musulmana Laborista publicó un informe que condenaba la islamofobia del partido, y revelaba que al menos uno de cada cuatro miembros musulmanes del Partido Laborista había sufrido discriminación dentro de las filas de la formación y que la mitad de sus representantes musulmanes no confiaba en que el nuevo liderazgo del partido abordara el problema.
Los medios de comunicación también tienen un papel en este problema, tal vez porque ponen el foco en el islam dentro de contextos extranjeros. En 2007, un informe de la Autoridad del Gran Londres destapó que, en una semana de cobertura de los medios de comunicación británicos, el 91 por ciento de las noticias sobre las personas musulmanas habían sido de naturaleza negativa. Un estudio más reciente por parte del Consejo Musulmán de Gran Bretaña reveló el año pasado que esta situación poco había cambiado. Varios estudios han demostrado que la representación negativa de las personas musulmanas en los medios de comunicación provoca que la población sea más propensa a apoyar políticas gubernamentales perjudiciales para las personas musulmanas que representan una erosión de sus derechos.
Una encuesta de Noticias Árabes/YouGov en 2017 desveló que la mayoría del pueblo británico estaba a favor de la categorización o fichaje racial de las personas árabes. En 2019, YouGov informó de que el 38 por ciento del pueblo británico creía que el islam no era compatible con los valores occidentales. Una proporción mucho mayor de los encuestados tenía una opinión desfavorable del islam frente a cualquier otra religión.
Artículo traducido del inglés por Bethany Sullivan en el marco de unas prácticas curriculares realizadas en virtud de un acuerdo de la Fundación Al Fanar para el Conocimiento Árabe y el Máster Universitario en Traducción Profesional de la Universidad de Granada.