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Cuatro años después de la «prohibición de personas musulmanas» de Trump, su legado sigue vivo

Artículo original publicado en The Hill por Christopher Richarson el 18 de junio de 2022

 

Este mes hace cuatro años, el 26 de junio de 2018, la Corte Suprema dio la razón a  Trump contra Hawai. A pesar de las evidencias contrarias, la corte determinó que la “prohibición de viajar” de Presidente Trump fue correcta y que era una cuestión de seguridad nacional.

Para la mayoría de las personas, la elección de Joe Biden y la derogación de la «prohibición de personas musulmanas» deja como algo irrelevante la sentencia de Trump contra Hawai. Pero con cuatro años de retrospectiva, la negación de la Corte Suprema de reconocer que la política fue animada por la animadversión de Trump sigue presente. Trump contra Hawai no solamente sostuvo la «prohibición de personas musulmanas», sino que sentó un precedente peligroso que bien podría tener un impacto para las personas musulmanas, ciudadanas y no de los EEUU, por muchos años más, mucho después de que se hayan ido Donald Trump y Joe Biden.

El decreto numero 9645 de Trump no fue escrito desinteresadamente. Su propósito no puede haberse aclarado más que por el mismo presidente Trump. Prometió el «cierre total a la entrada de personas musulmanas» en el país, proclamó que «el islam nos odia», abogó por el cierre de mezquitas, quiso crear una base de datos de personas musulmanas e incluso comparó su «prohibición de personas musulmanas» favorablemente al internamiento de personas japonesas en los años 40. Sin embargo, el gobierno de Trump argumentó que esos comentarios no estaban relacionados con la prohibición, que, insistió, se basaba en cuestiones de seguridad nacional.

Aunque cientos de funcionarios conservadores y liberales de seguridad desacreditaron el argumento de la seguridad nacional, la Corte de Roberts ignoró la animadversión religiosa de la ley, y en cambio se enfocó en la letra de la ley. «El texto [de la prohibición] no dice nada sobre la religión», y por eso los tribunales tuvieron que aceptar el razonamiento del presidente de que la «seguridad nacional» fue la razón que propició esta medida. Esto a pesar de que Trump destacó como iba a «montar una comisión» para ayudar a redactar una prohibición que se enfocaría en la seguridad nacional para legalizar su «prohibición de personas musulmanas» ilegal.

La resolución no solamente otorgó el máximo poder a un presidente basándose en la «seguridad nacional» pero lamentablemente da licencia al próximo Trump (un Trump futuro o tal vez incluso este mismo Trump en 2024) para tomar la original «prohibición de personas musulmanas» de cinco países y extenderla a 15, 20, 30 o incluso todos los países de mayoría musulmana.

Un futuro presidente no necesitaría parar ahí.  Las personas africanas y de ascendencia africana, como las personas haitianas, también podrían tener prohibida la entrada al país por motivos de seguridad nacional. Esto no es ninguna exageración. Ya ha pasado. Tras Trump contra Hawai, Trump extendió la prohibición a 13 países, incluyendo países africanos, bloqueó a refugiados y solicitantes de asilo y prohibió a inmigrantes basándose en su situación médica y su perjuicio para la economía estadounidense, todo bajo el disfraz de proteger a nuestro país.

Y cuando Trump exigió que «las personas cristianas [deberían] tener prioridad como refugiados a la hora de entrar a los Estados Unidos» porque fue «muy injusto» que las personas musulmanas históricamente hayan disfrutado de tales privilegios. Es probable que el próximo presidente que se parezca a Trump ponga eso en una ley detrás de alguna política aparentemente neutra. Podríamos ver las decenas de miles de refugiados afganos que escaparon la persecución de los talibanes ser expulsados de regreso a esa persecución y probable la muerte gracias a Trump contra Hawai. Tal vez el próximo Trump incluso pueda separar los refugiados cristianos de los musulmanes.  Trump y sus partidarios ya han abordado el tema de los refugiados afganos y prometieron bloquear su entrada, así que puede ser solamente una cuestión de tiempo.

Incluso podríamos ver estados y gobiernos locales entrando en acción.  Varios estados ya han aprobado proyectos de ley presentados por grupos discriminatorios contra las personas musulmanas. Esos proyectos de ley raramente, o quizá nunca, serán cuestionados. Podríamos ver gobernadores abogando por registros de personas musulmanas o abordando mezquitas, justo como exigió Trump. ¿Por qué un estado no podría establecer un «seguimiento especial de identificación», como Trump sugirió que hicieran, amparándose en la vigilancia de las amenazas a la seguridad nacional?

(…)

En Trump contra Hawai, la corte sostuvo que Korematsu contra Estados Unidos, el caso que aprobó el derecho del gobierno a poner personas japonesas estadounidenses en internamiento, no era análogo a la situación actual. Sin embargo, Korematsu se convirtió en un ejemplo para generaciones de un tribunal haciendo la vista gorda al prejuicio. Trump contra Hawai tendrá un legado parecido. Más allá de su lugar infame en los libros de historia, Trump contra Hawai dará lugar a maneras novedosas y creativas de demonizar a personas musulmanas y otras personas estadounidenses mientras la discriminación no este en el texto de la ley.

Christopher Richardson, es abogado de inmigración, fue un diplomático estadounidense entre 2011 y 2018 y sirvió en Nigeria, Nicaragua, Pakistán y España.

 

Artículo traducido del inglés por Bethany Sullivan en el marco de unas prácticas curriculares realizadas en virtud de un acuerdo de la Fundación Al Fanar para el Conocimiento Árabe y el Máster Universitario en Traducción Profesional de la Universidad de Granada. 

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