Artículo de Alba Tebar publicado el 13/08/2022 en Público.es
«Se asume que el autor de un atentado es musulmán hasta que se demuestre lo contrario». El próximo miércoles se cumplirán 5 años de los atentados de la Rambla de Barcelona del 17 de agosto y del posterior ataque a Cambrils, hechos que acentuaron la grieta social y los prejuicios que se establecen hacia la comunidad musulmana.
Firdaous Alaoui, musulmana y activista por los derechos humanos, tenía 14 años cuando vio por televisión la noticia del acto terrorista. Lo primero que pensó –confiesa- fue en todo lo que le tocaría justificar para hacer entender que lo que acababa de pasar no representaba a su comunidad. Dos días más tarde, cuando salió a comprar, se topó de narices con una nueva realidad: «Una niña pequeña que me vio con el hiyab (velo) se asustó y se fue a esconder detrás de su padre», rememora. Me hizo sentir muy mal, sobre todo porque yo entonces todavía era una niña… ¿Qué daño puede querer hacerte una niña?», reclama.
El impacto que tuvieron los atentados de Barcelona puede verse en la dicotomía de la respuesta ciudadana: «Mientras algunos grupos de extrema derecha se fueron a manifestar a la Rambla, los vecinos los expulsaron, con la voluntad de no querer criminalizar a este colectivo», recuerda Lurdes Vidal, codirectora del Observatorio de la Islamofobia en los Medios y directora del Área de Mundo Árabe y Mediterráneo en el IEMed. Para Alaoui, el rechazo hacia su comunidad aumentó exponencialmente desde 2017, «sobre todo los dos o tres primeros años». A modo de ejemplo, considera que los trámites de extranjería se ralentizaron «mucho más de lo que ya era habitual», como ocurre «cada vez que hay un conflicto que nos involucra».
En este sentido, sin embargo, la activista pone énfasis en la distancia que existe entre los musulmanes y los terroristas: «Para nosotros, los que hicieron los atentados no son musulmanes, sólo gente que actúa en nombre del islam sin ser parte», detalla. Además, no entiende por qué se mete a todos en un mismo saco» y se les exige que pidan perdón. «Entre la gente blanca hay esa expectativa de que los musulmanes debemos salir a rechazar públicamente y pedir disculpas de los actos de terrorismo islámico, como si nosotros tuviéramos algo que ver con esa gente», se queja Alaoui. De hecho, desde la asociación SOS Racismo denuncian que «existe el prejuicio de la pertenencia de personas musulmanas a grupos terroristas yihadistas».
Debate público y medidas adoptadas
Una respuesta institucional, social y mediática adecuada de los atentados es importante para «evitar generar una fractura social en un contexto tan vulnerable», explica Vidal. Según ella, «el caso español guarda una amplia diferencia con la reacción institucional de otros países a escala europea». En Francia, por ejemplo, «la respuesta después de un atentado es la de ‘estamos en guerra’, y en España, en cambio, se produjo una respuesta muy contundente de ‘no tenemos miedo’ y ‘no nos van a dividir’».
Sin embargo, SOS Racismo tacha las políticas de prevención del terrorismo de «racistas y discriminatorias». «La activación de políticas de seguridad y control en lugar de las de carácter social sólo ha conseguido reproducir las políticas de exclusión social», señalan desde la asociación. Además, advierten que el Protocolo de prevención, detección e intervención de procesos de radicalización islamista (PRODERAI), «estigmatiza y construye la sospecha sistemática hacia los jóvenes de origen magrebí». En esta línea, Alaoui subraya que se les percibe como una amenaza: «En los puntos de control siempre se nos elige para revisarnos, y te das cuenta de que al final el cacheo no es tan aleatorio como te quieren hacer creer». Por eso, la activista cree que «si quieres prevenir la radicalización, no puedes criminalizar, sino hacer políticas de convivencia».
En cuanto al papel de los medios, Maria Manyosa, coordinadora del Observatori del Discurs Discriminatori de Mèdia.cat, lamenta que se llevó a cabo una cobertura «acrítica del lenguaje policial», y que el periodismo se convirtió en el «portavoz de los discursos policiales». Detalla que, de las 50 noticias de los 9 medios de comunicación analizados desde el día del ataque en Barcelona hasta que la policía mató a quien se consideraba el autor principal -cuatro días más tarde- tan sólo tres «pusieron en duda las versiones policiales y dieron espacio a otras fuentes de información». Se quiera o no, «los medios son un reflejo de la sociedad, y socialmente hay una identificación entre terrorismo y religión islámica«, reflexiona Vidal. Desgraciadamente, según datos del Observatorio de la Islamofobia en los Medios, en el tercer trimestre de 2021, el 93% de las noticias sobre musulmanes en Europa hablan de terrorismo.
Ahora bien, a pesar de que se realizaron «discursos discriminatorios xenófobos», se puede concluir que «no hubo islamofobia» en la cobertura mediática de los atentados, puntualiza Manyosa. Vidal celebra que se publicaron «informaciones menos discriminatorias y más respetuosas» que en ocasiones anteriores, lo que ayudó a «garantizar una opinión pública mejor informada» y «a desmontar estigmas». La variable clave es la proximidad: WCuanto más cercano está el periodista a la noticia, más cuidadoso es», indica.
Además, la codirectora del Observatorio de la Islamofobia en los Medios destaca que «a raíz de los atentados, ha habido una voluntad de incluir voces de la comunidad musulmana en los medios», aunque «a veces es contraproducente para la persona que se expone». Por su parte, Alaoui considera que la única voz que se les ha dado en el debate público ha sido «para justificarnos y pedir perdón».
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