La activista ilicitana creó en 2018 un grupo de jóvenes musulmanas nacidas en España para reivindicar sus derechos más allá del pañuelo | Es una de las participantes del Congreso contra la islamofobia que se celebra este viernes en València
Hind El Fadli, feminista ilicitana de la asociación G-Chime, durante la entrevista.Pilar Cortés
«Vamos a hablar de nuestra generación más allá del hijab: somos psicólogas, abogadas, trabajadoras sociales. Somos muchísimo más que el velo, y sufrimos las mismas opresiones que las mujeres no musulmanas, aunque no tengamos espacio». Hind El Fadlli es ilicitana, feminista, y la creadora del grupo G-Chime de jóvenes musulmanas, que a día de hoy ayuda y agrupa a mujeres de toda España. Todas menores de 30 años, y todas hijas de migrantes nacidas aquí.
Ella es una de las participantes del I Congreso de Islamofobia de la Comunitat Valenciana, que se celebra este viernes en el Centre del Carme Cultura Contemporánia de València y contará con expertos en el tema desde diferentes ámbitos y puntos de vista.
Hind creó G-Chime en 2018, a través de una publicación en su cuenta de Instagram. «Surgió como una necesidad propia que tener un espacio, después hablé con amigas y luego empezamos a recibir a muchas jóvenes de Elx. Ahora atendemos a jóvenes de toda España, hace poco atendimos a una chica en La Rioja», explica. Se trata de una organización no mixta y que nace con el objetivo de ayudar a jóvenes musulmanas a derribar estigmas y barreras en su lucha contra la islamofobia de género. Y a decir que son mucho más que un velo.
Ese es, para empezar, el primer problema que detectan. «Lo que no hace click en las cabezas es que somos mujeres con capacidad de raciocinio. Otras mujeres ven la necesidad de ‘salvarnos’, pero no necesitamos que nadie nos salve del velo«, argumenta.
«Ojo, porque somos muy conscientes de que hay mujeres obligadas a llevarlo en muchos países, y luchamos cada día para que eso acabe. Pero a la mayoría no se nos obliga y lo llevamos libremente. La gente no entiende esta segunda parte», reivindica El Fadli. Para la activista, esto significa «cambiar una opresión por otra, parece que todo el mundo decide sobre nuestro cuerpo menos nosotras«.
Hind piensa que algunos espacios feministas no son seguros para la asociación a la que pertenece. «Se nos considera ‘menos feministas’ por ser portadoras de lo que consideran un símbolo de opresión. Notamos que se nos cuestiona constantemente y que cuando empezamos a hablar solo se nos ve como un velo».
Islamofobia de género
En 2019, por el día internacional del velo, G-Chime realizó un experimento en Elx con un grupo feminista de su ciudad. «Las reunimos en pequeños grupos de 3 o 4 personas y pasamos por distintos sitios de la ciudad para que ellas se pusieran en nuestros zapatos», explica. Y en poco tiempo pasaron muchas cosas. «Un hombre increpó a varias, otro empezó a gritarles que estaban adoctrinadas, incluso hubo una mujer que le tapó los ojos a sus hijos cuando pasamos. Una compañera acabó llorando por la presión», recuerda Hind.
G-Chime lleva un recuento de agresiones islamófobas sucedidas en Alicante y en otros sitios de España. Son, según explica, el día a día para ellas. Remarca que «nosotras tenemos exactamente las mismas opresiones que una mujer no musulmana, el acoso callejero es exactamente el mismo, da igual que vayamos tapadas». También lo son la desigualdad laboral, política y social, pero reivindican que «no se da espacio a la diversidad».
Las agresiones más habituales son las siguientes: «Hay muchísimos insultos a compañeras por la calle, muchos tirones del hijab para intentar quitárselo, algunos incluso en la parada del bus, problemas de convivencia en comunidades de vecinos… Pero lo más habitual lo vemos a nivel educativo. Este año 20 niñas han tenido problemas para ir al colegio con hijab, y Educación no siempre ha estado de su parte», asegura.
«Las mezquitas las siguen llevando hombres»
La comunidad musulmana en España se divide en comisiones islámicas, dirigidas por mezquitas de determinadas zonas. Y las mezquitas las llevan, casi siempre, hombres mayores. «Esto nos ha traído problemas porque siempre nos han infantilizado y hemos sufrido mucho machismo en esos ambientes. Cuando empezamos nos trataban como un grupo de niñas, como si estuviéramos jugando. Ahora vemos que poco a poco esa resistencia se va diluyendo y a las jóvenes se nos ve como un movimiento más serio».
Hind es la única «extranjera» de la asociación G-Chime, porque llegó a Alicante con 8 años. El resto son chicas jóvenes nacidas en España. Como españolas, notan cierta resistencia de la generación anterior a sus acciones. «Nuestros padres y madres están muy agradecidos por la acogida que les ha dado España y no quieren ir más allá, pero nosotras no hemos migrado, hemos nacido aquí y queremos un espacio propio. No queremos las sobras, es nuestro país, tanto como el de cualquiera», reivindica.
Otro gran problema que afronta la asociación es la constante «extranjerización» que sufren. Constantemente las ven como personas de fuera. Un ejemplo; «recientemente tuvimos un problema y quisimos hablar con la concejalía de Igualdad de nuestra ciudad, pero constantemente nos derivaban a la concejalía de inmigración ¡Pero nosotras no somos inmigrantes, nacimos aquí! Tuvimos que insistir muchas veces hasta que nos atendieron, y aún así había personas de las oficinas de inmigración presentes», explica.
Pero la islamofobia también es cotidiana, está en el día a día. «Noto muchísimo cómo cambia el trato en cualquier establecimiento los días que me visto más ‘mora’ o más occidental. Parece que en los segundos la gente te ve más. Todo eso también es islamofobia, y no es lo mismo que yo vaya a hacer un trámite administrativo con mi hijab que lo haga mi hermana que no lleva pañuelo. Eso se nota una barbaridad«, afirma.