ARTÍCULO “Tranquilas, chicas”
Cayetana Álvarez de Toledo, El Mundo, 17 de marzo de 2018.
ANÁLISIS:
1. El texto comienza hablando de la “presunta asesina Ana Julia Quezada”, única presunción de inocencia explicitada por la autora a lo largo del artículo.
Desde el inicio en el texto se aprecian dos constantes: la asociación del islam con delitos de índole sexual, en otro ejemplo de artículo sexista cuya finalidad parece ser la de confirmar que las personas musulmanas lo son; y el postulado de una presunta “relación cultural entre violencia e inmigración.”
En el primer párrafo la autora afirma: “La cuestión se ha planteado esta semana en el Reino Unido con motivo de una exclusiva del Sunday Mirror: cientos de niñas y adolescentes de la localidad obrera de Telford fueron sometidas a los peores abusos -drogadas, golpeadas, violadas, comercializadas- por bandas de hombres «de procedencia asiática». Sin eufemismos: paquistaníes, musulmanes.”
Veamos cuál es la fuente a la que cita y no enlaza:
Sunday Mirror es la versión dominical del Daily Mirror que, según la Wikipedia en castellano, “es un periódico sensacionalista británico matutino”.
Ahora veamos la publicación no enlazada a la que al parecer se referiría:
A pesar de tratarse de una publicación sensacionalista, en el texto no aparece la palabra “musulmán” ni ningún término relativo al islam lo que indica que la autora ha decidido libremente “musulmanizar” a presuntos autores de violaciones, pederastia, proxenetismo, etc.
Estos hechos no son nuevos. Aunque Álvarez de Toledo indica que “Los abusos empezaron en los años 90 y en algunos casos acabaron en funeral”, otras fuentes (las públicas) indican que tales abusos comenzaron en los años 80.
Veamos ahora qué dicen las fuentes oficiales. Según el Jefe de Policía de Telford, cuatro días antes de la publicación del artículo objeto de este análisis: “La escala de los abusos sexuales en Telford ha sido cubierta de forma sensacionalista”.
Cifras oficiales:
Veamos qué dicen los textos sagrados sobre la castidad y la sexualidad:
El Corán no ampara en ningún lugar los delitos mencionados en el texto analizado. En cuanto a la explotación sexual, la siguiente aleya, que obliga a la liberación de esclavos, ilegitima la trata de seres humanos.
2. El artículo dice más abajo: “Seis meses lleva ya en marcha y de moda el #MeToo. Según nos ha informado con goloso detalle este periódico, la ola lila ha llegado hasta Corea del Sur. Balance provisional: un actor admiradísimo, auto-ahorcado en su garaje; un candidato al Nobel de Literatura, expulsado de su universidad y hasta de su pueblo; un ganador del León de Oro, reducido a esquirlas de hojalata.”
En este párrafo comienzan a hacerse evidentes las diferencias en el trato que la autora del artículo dispensa a las presuntas víctimas y a sus presuntos agresores:
Las presuntas víctimas son descritas en el primer párrafo como “cientos de niñas y adolescentes de la localidad obrera de Telford fueron sometidas a los peores abusos -drogadas, golpeadas, violadas, comercializadas”. Mientras que las víctimas del segundo párrafo parecen haberse sumado a la “moda” del “#MeToo” y no a procedimientos judiciales a escala internacional.
Mientras que en el primer párrafo se habla de “bandas de hombres «de procedencia asiática». Sin eufemismos: paquistaníes, musulmanes.”, en el segundo párrafo se habla de “un actor admiradísimo”, “un candidato al Nobel de Literatura” y “un ganador del León de Oro”. Nótese que no se indica la confesión religiosa de ninguno de estos presuntos agresores, a pesar de que, según el texto, todos ellos provendrían del mismo continente.
3. Prosigue con “su escala de trato” en el tercer párrafo: “Los ángeles caídos son carne de portada; unas chicas lumpen violadas por musulmanes, no tanto. Ni una sola de las glam actrices anglo que han denunciado a sus paradigmáticos depredadores «para proteger a otras niñas del machismo represor» han abierto la boca sobre Telford.”
Mientras que las mujeres de Telford son “unas chicas lumpen violadas por musulmanes”, las “glam actrices” parecen pasar a un plano de cierta culpabilidad e incluso de responsabilidad sobre los delitos sexuales que se sucedan en el mundo (occidental). Es curioso, pero no nuevo, que en un artículo que parece intentar denunciar estos actos se termine revictimizando a otras víctimas.
Es la segunda vez en la que Álvarez de Toledo “musulmaniza” a violadores sin aportar una sola prueba.
4. Llama la atención que no se haga ni la más mínima mención de los clientes que hacen posible el negocio de la prostitución. El texto reconoce que las víctimas de Telford fueron “comercializadas”, al igual que el medio en el que se apoya.
En esta imagen de la fuente citada se habla de prostitución y violaciones en grupo por parte de desconocidos. Pero el texto analizado obvia por completo el papel necesario e indispensable que los clientes juegan en el mundo de la prostitución y de la trata de seres humanos. Todos aquellos varones que pagaron a los presuntos “musulmanes” para tener relaciones con adolescentes y niñas secuestradas, drogadas y golpeadas, no figuran por ninguna parte.
5. Continúa: “Los mismos medios que dedicaron suplementos especiales a analizar si la mano del ministro Damian Green había rozado mucho, poquito o nada la rodilla de la periodista Kate Maltby apenas han encontrado hueco para las historias, concretas y atroces, de casi mil víctimas.”
Estos perpetuadores no “musulmanes”, al igual que los surcoreanos, tampoco tienen confesión religiosa. Además, se quita peso a la lacra del acoso sexual, que a menudo precede a todo lo demás.
Vuelve a insistir en “las historias, concretas y atroces, de casi mil víctimas.” De ser “concretas”, la información provendría de fuentes oficiales y no de un periódico sensacionalista que contradice las fuentes oficiales.
No es lo mismo hablar de mil víctimas en un periodo que va desde los años 80 hasta la actualidad, que hablar de mil víctimas en un año, como explican las fuentes oficiales de Telford en el punto 1 de este análisis. Según el Ministerio del Interior en 2016 más de un millar de mujeres son violadas cada año en España desde al menos 2009 (de media tres al día, una cada ocho horas). Obviamente, solo se recogen los casos denunciados.
6. Prosigue con el “ranking de agresores”: “Las víctimas de Telford, o mejor dicho sus victimarios, no encajan en el perfil #MeToo. No son machos blancos poderosos. Ministros conservadores.”
El texto descarta la posibilidad y existencia del varón blanco, poderoso y musulmán como descarta al varón asiático y no musulmán.
Intentar dar a entender que los presuntos agresores “musulmanes” tienen un trato de favor frente a los “machos blancos poderosos” y “ministros conservadores”, es cuanto menos asombroso y rotundamente falso.
Esa asociación entre religión (islámica) y agresiones sexuales se lleva haciendo desde que se iniciase la crisis de refugiados con este tipo de propaganda, por poner un solo ejemplo:
De hecho, la propia autora recurre a esa asociación en el inicio del texto: “El silencio de Telford se une a los de Rotherham y Rochdale. Y al de Colonia en Nochevieja”.
Por desgracia, en todas partes las mujeres son violadas. Intentar atribuir estas prácticas insistentemente a un solo colectivo como si fuese algo intrínseco a él, nos remite a estas líneas de Angela Davis:
“En la historia de Estados Unidos, la acusación fraudulenta de violación emerge como uno de los artificios más formidables inventados por el racismo. El mito del violador negro ha sido evocado, de manera metódica, cada vez que se han necesitado justificar de manera convincente las oleadas recurrentes de terror y de violencia que han sacudido a la comunidad negra”
(Angela Davis, Mujeres, raza y clase, 2005).
Si consultamos los últimos datos publicados por las Naciones Unidas sobre agresiones sexuales denunciadas, veremos cómo desgraciadamente se trata de una problema global y no religioso.
7. El artículo continúa con Francia: “El presidente Macron anunció mano dura contra la violencia sexual, incluidas multas para el acoso verbal en la calle. Todo le monde aplaudió, hasta que alguien, ligeramente incómodo, apuntó que el piropo agresivo ya no es monopolio del albañil francés sino del joven musulmán. Y se hizo el silencio. En una sociedad carcomida por la obsesión identitaria sólo hay una cosa peor que el machismo: la islamofobia.”
Parece que el “monopolio del piropo agresivo” es más o menos grave en función de quién lo lance. No se aportan enlaces y el párrafo termina con la opinión personal de Álvarez de Toledo, restándole credibilidad a la supuesta escena y la supuesta reacción de “todo Le Monde”.
Es la tercera vez que aparece la única confesión a la que se refiere el artículo: “musulmán”. Veamos que nos dice el islam sobre el acoso sexual:
Se trata de otro ejemplo de artículo que pretende negar la islamofobia cuando en realidad lo que hace es ejercerla de forma reiterada.
La autora del artículo afirma que “en una sociedad carcomida por la obsesión identitaria sólo hay una cosa peor que el machismo: la islamofobia”, como si los actos islamófobos fueran delitos menores solo cometidos y mediatizados por sociedades “con crisis de identidad”. Recordamos que según el informe 2017 de la Plataforma Ciudadana Contra la Islamofobia, el año pasado se registraron en nuestro país 546 incidentes de islamofobia de los que un 21% fueron actos contra mujeres frente a un 8% contra varones.
8. En el tercer párrafo la autora presenta el supuesto vínculo entre “inmigración” y “violencia de género” a la vez que extranjeriza a dos millones de ciudadanos musulmanes (la mitad de ellos españoles): “Pero volvamos a España. Y sobre todo vayamos a los datos. Fuente: La política criminal contra la violencia sobre la mujer pareja, 2004-2014 (Tirant lo Blanch, 2017), de J.L. Ripollés, A. I. Cerezoy M. J. Benítez. Capítulo 3.c.1: Las inmigrantes sufren hasta tres veces más agresiones de sus parejas que las españolas. Y los inmigrantes agreden hasta tres veces más a sus parejas que los españoles. Y l@s extranjer@s que más sufren y más agreden, en una proporción elevadísima, son l@s latinoamerican@s y l@s magrebíes. Y esas agresiones tienen una relación directa con la pobreza y la marginalidad.”
No dudamos de que esa publicación sea una magnífica fuente de información, pero “para ir a los datos” hay vías más rápidas. Acudamos, por ejemplo, a los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas:
Perpetuadores:
Estas cifras no indican “una proporción elevadísima”. Ignorar que 18.893 personas nacidas en España estaban denunciadas por violencia de género con adopción de orden de protección o medidas cautelares en 2015 y que en 2016 ya eran 19.180, sin contar con las posibles personas agresoras nacidas en España que hayan emigrado, es cuanto menos un acto irresponsable.
Estas cifras tampoco parecen ir en consonancia con la frase del inicio: “drogadas, golpeadas, violadas, comercializadas- por bandas de hombres «de procedencia asiática». Sin eufemismos: paquistaníes, musulmanes.” ¿El problema es entonces para la autora la inmigración africana, asiática, americana o solamente la “musulmana”?
Este desfase xenófobo sobre una información extremadamente seria es explicado por Álvarez de Toledo de la siguiente manera: “Nada nuevo bajo el sol, salvo que estos datos permanecen en la sombra por decisión de las élites políticas y mediáticas. En su infinita condescendencia, los medios no cuentan los hechos al público, sino que negocian entre los hechos y el público.”
9. Prosigue: “¿Se acuerdan del Sida? No quisimos reconocer que afectaba sobre todo a hombres homosexuales. Nuestra corrección política fue para muchos una condena a muerte. Hasta que llegó la verdad, terapéutica. Lo mismo ocurre con el vínculo biológico entre masculinidad y violencia, y con la relación cultural entre violencia e inmigración.”
Sobre el SIDA solo podemos hacer nuestras las palabras de las Naciones Unidas: “La homofobia dificulta la prevención del VIH.”
Sobre la “relación cultural entre violencia e inmigración” creemos que es fundamental no desviar la atención de los factores reales que generan un problema determinado para así poder combatirlo en lugar de perpetuarlo. Podemos empezar por nombrar a los 53 asesinos de la violencia de género en España en 2017.
Para más información sobre feminicidios en España: Feminicidio.net.