Publicado por Sofia Ahmed, en The Independent, el 14 de marzo de 2017.
Los habrá quienes aplaudan la sentencia dictada hoy como una victoria de los ideales laicos de Europa. Sin embargo, la historia nos advierte de que excusas como estas siempre se utilizan para justificar causas más siniestras.
El islam y los musulmanes ya no son bienvenidos en Europa. Por si esto aún no quedaba claro, hoy ha sido incorporado a la legislación de la Unión Europea. Las empresas podrán prohibir a sus empleadas llevar el velo según el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Esta sentencia provocará, sin duda, una mayor marginalización de las mujeres musulmanas y su exclusión de la vida pública.
Tras la prohibición del niqab en Francia en 2010 y propuestas para aprobar leyes similares en Alemania y otros países, la tendencia a aprobar leyes islamófobas es cada vez más fuerte. Engañosamente, los promotores de esas políticas afirman que esas decisiones liberarán a las mujeres musulmanas de los grilletes del islam. No obstante, estas leyes son una forma discriminatoria de ingeniería social cuyo objetivo es forzar a las mujeres musulmanas a adoptar una identidad secular.
Estas políticas abiertamente xenofóbas y discriminatorias contradicen las creencias inherentes a la UE, que retratan a Europa como un bastión de libertad en un mundo intolerante y bárbaro. La hipocresía es cuanto menos exasperante. Los mismos líderes europeos que dicen luchar contra las supuestas sociedades regresivas y misóginas en el mundo musulmán no tienen reparos en discriminar a mujeres musulmanas en sus propios países.
Ignoran el impacto que esta legislación tiene en la vida de mujeres musulmanas. Una investigación de la Comisión de Mujeres e Igualdad desvela que las mujeres musulmanas tienen tres veces menos posibilidades de conseguir un trabajo. El informe resalta la “discriminación inconsciente” contra mujeres que llevan hiyab o tienen nombres que suenan musulmanes.
La Red Europea contra el Racismo elaboró un informe que llegaba a las mismas conclusiones en ocho países de Europa, incluida Francia y los País Bajos. Esto parece indicar que la discriminación en el lugar de trabajo y su impacto en las mujeres musulmanas es un asunto que afecta a toda Europa.
La marginación económica no es el único obstáculo al que las mujeres deberán enfrentarse por sentencias como la de hoy. Suceden cosas mucho peores en las calles de Londres o París. Después de que una mujer con un hiyab fuera arrastrada por las calles de la capital británica y otra fuera asaltada y mordida por llevar un hiyab en Viena, ¿qué mensaje se está enviando a aquellos que consideran un pedazo de tela tan ofensivo como para agredir a una mujer?
Las similitudes entre la sentencia de los jueces europeos y la legislación aprobada en Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial son alarmantes. Las leyes de Nuremberg estaban diseñadas para restringir el nivel económico de un grupo concreto. A los judíos se les prohibió trabajar de comadronas y en el ámbito del derecho, y todos los contratos estatales con empresas de propietarios judíos fueron cancelados; medidas que no se diferencian tanto de decir a una mujer que no puede ir al trabajo si decide identificarse como practicante de una religión.
Los habrá quienes aplaudan la sentencia dictada hoy como una victoria de los ideales laicos de Europa. Sin embargo, la historia nos advierte de que excusas como estas siempre se utilizan para justificar causas más siniestras. Esta nueva prohibición es un indicador preocupante de la hostilidad europea hacia sus ciudadanos musulmanes.
No olvidemos que fue en momentos de inestabilidad social y económica similar cuando los judíos europeos se convirtieron en chivos expiatorios de todos los males de la sociedad. Cada vez hay más indicios que apuntan a que la historia podría estar repitiéndose, a medida que las mujeres musulmanas se están convirtiendo en las nuevas víctimas de las crisis de identidad europea fruto de los problemas económicos y sociales del continente.
Traducido del inglés por Leandro James Español Lyons en el marco de un programa de colaboración de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y la Fundación Al Fanar.