Publicado por Álvaro Zamarreño en la Cadena SER, el 10 de junio de 2018
En la corte abasí del califa al Ma’mun las jornadas terminaban con una reunión de su ‘majlis’, una especie de consejo personal en que su círculo de amigos e intelectuales amenizaba la velada debatiendo sobre un tema que podía ir de lo más elevado a lo más banal, “casi siempre con el concurso de bebidas embriagadoras y esclavas cantoras”, cuenta el arabista Pedro Buendía.
Lo define como una corte de un refinamiento y una brillantez intelectual similares a la de los mejores momentos del Renacimiento italiano. El mecenazgo del califa o los visires (ministros) permitió la acumulación de compilaciones de cultura popular, traducciones de obras clásicas y creaciones que llegaban desde Persia o India.
En ese Bagdad del siglo VIII es donde vivió Al Yahiz. Un humanista de saber enciclopédico, casi autodidacta, que en sus 90 años de vida escribió 200 obras de las que sólo 20 se conservan. Entre ellas está Elogio y diatriba de cortesanas y efebos (recién publicado en castellano por Ediciones del Oriente y del Mediterráneo): un breve escrito en que dos contendientes imaginados se enzarzan en un elevado debate sobre si es más placentera la coyunda con jóvenes esclavas o jóvenes ‘garzones’.
Los ensayos de Al Yahiz tienen ese carácter de miscelánea, de “tomar un poco de cada cosa” y mostrar que no es necesario un lenguaje elevado para expresar lo más profundo. “Se presenta como algo festivo -dice a La SER Ignacio Gutiérrez de Terán-cotraductor junto a Pedro Buendía de la obra-, pero en realidad es una reflexión muy profunda, que tiene mucho que ver con una forma de entender la sociedad y las relaciones entre hombres y mujeres” en el Bagdad del siglo IX.
La obra muestra un desinhibido lenguaje sexual, mezclando anécdotas de alcoba, alcahuetería, humor, religión o poesía. Los traductores advierten en la introducción frente a la tentación de querer ver una mayor libertad de la que había en aquella época: es una visión androcéntrica y elitista de la sexualidad, reservada a los hombres de la élite política y cultural.
Pero probablemente muchas de las anécdotas tienen una base popular que hace pensar en un ambiente más abierto. “Se basan en anécdotas referidas a la gente de la calle, comerciantes, porteadores, cuidadores de los baños, que eran uno de los lugares prototípicos de este tipo de anécdotas, sobretodo referidas a homosexuales” explica Gutiérrez de Terán. “Con respecto al mundo árabe en la actualidad y otros contextos no sólo árabes, porque hay una regresión evidente, sorprende esa visión por su frescura y la naturalidad con que se dicen las cosas”.
Lograr esa frescura y naturalidad traduciendo un texto erótico del siglo IX a quienes lo lean en el XXI no ha sido fácil. “Hemos intentado que sea un lenguaje picantón, que se entienda bien en la parte central del libro, que es el debate y lo hemos intentado decorar con un lenguaje que a veces intenta ser arcaico -nos cuenta Gutiérrez de Terán-, pero nunca perdiendo de vista la necesidad de que el lector de hoy lo entienda, porque es un texto antiguo, pero que lo que se está contando es de una gran actualidad”.
La obra es muy accesible y divertida. Y tiene la virtud de abrir a un público no especializado la riqueza de concepciones distintas que a lo largo de la historia se han tenido sobre cómo ser un buen musulmán y el papel de la religión. Así, Al Yahiz utiliza para defender sus posturas -y realmente defiende las dos por igual- argumentos de autoridad citando a poetas célebres de su época como Abu Nuwaz -el poeta del sexo y el vino-, pero también anécdotas de la vida del profeta Mohamed o de textos religiosos. Probablemente el Bagdad abasí de hace 1.200 años hubiera horrorizado a los nihilistas de Daesh que creen defender un Islam que realmente nunca existió.