ARTÍCULO:
Detenido en Terrassa un ciudadano marroquí por su presunta integración en Estado Islámico
- El detenido, de 45 años, estaba fuertemente radicalizado, como ha señalado el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, en Twitter.
- Había manifestado su arrepentimiento por no haber viajado a Siria a realizar la yihad violenta y tenía un perfil discreto.
- Buscaba alejarse de la imagen prototípica de un fundamentalista islámico para pasar desapercibido.
Publicado por EFE en 20minutos, 30 de enero de 2018.
ANÁLISIS:
1.Uso de titular estigmatizador, xenófobo y sensacionalista.
Al detenido se le mantiene su presunción de inocencia en el titular pero su detención se vincula al “Estado Islámico” del que no se dice de forma explícita que es una organización terrorista. Recomendamos el uso de Daesh en lugar de Estado Islámico, y siempre precedido de la definición de ese ente como grupo terrorista (ver Glosario sobre el islam). De esta manera evitamos adjudicar al adjetivo calificativo “islámico”, que debería ser neutro, un matiz negativo.
Aunque no es el caso de esta noticia, en un mismo artículo se suelen mezclar todos los nombres del grupo terrorista, al que incluso se alude con un término político como el califato, sin el adjetivo autoproclamado, creando una gran confusión en el lector.
Aprovechamos para recordar que el 95% de las víctimas de Daesh pertenecen a la fe islámica.
Veamos cómo se expresa una de las fuentes citadas, el propio ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido:
Como vemos, no hay ninguna referencia islámica por parte de las instituciones. Aconsejamos que, además de citar las fuentes, se respete también el vocabulario que éstas utilizan.
2. El artículo es otro ejemplo del uso del término muy recurrente en la retórica anti-musulmana: “Así, vivía de acuerdo al concepto que se conoce como «taqiyya», un principio que justifica llevar una vida alejada de los preceptos islámicos en una sociedad no islamizada, con el fin de atacarla desde dentro, con lo que buscaba alejarse de la imagen prototípica de un fundamentalista islámico para pasar desapercibido.”
En el artículo “Taqiyya: Cómo un concepto islámico desconocido se convierte en la obsesión de los activistas anti-musulmanes” publicado en BuzzFeed News (12-04-2018), Ishmael N. Daro afirma que: «(…) Imraan Siddiqi, director ejecutivo de la sección de Arizona del Council on American-Islamic Relations, (…) encuentra constantemente afirmaciones falsas sobre la taqiyya.
‘Quiero decir que el 99,99% de los musulmanes ni siquiera entienden lo que es la taqiyya, sin embargo, todos los troles de extrema derecha en Twitter ahora son expertos en teología islámica, lo que es completamente absurdo’ afirmó.
Mohammad Fadel, experto en derecho islámico en la Universidad de Toronto, describió la taqiyya (y sus diversas transcripciones) como ‘una doctrina de disimulo prudencial’ que surgió en una época en la que los musulmanes eran minoría en sociedades hostiles. Dicha doctrina decía a los musulmanes que estaba permitido ocultar la fe propia para escapar de la persecución. Está mucho más asociado a la rama chií del islam, cuyos fieles a su vez suelen ser minoría en las sociedades musulmanas».
La palabra taqiyya no aparece en la principal fuente escritutaria del islam, el Corán.
Recordamos lo que dice Luz Gómez en su artículo “La islamofobia de los números y las letras” acerca del uso de tecnicismos: «El recurso al vocabulario propio de la doctrina islámica confiere a los textos un aura de conocimiento especializado. Sin embargo, esconde una estrategia de manipulación y extrañamiento que sitúa al islam en el espacio de lo incognoscible, o cuando menos, de lo que es ajeno a la comprensión general en español. A modo de ejemplo, en las escasas cuatro páginas de los textos mencionados se emplea: sharia, yihad, kuffares, taguth, sunnah, ummah, tabligh, dawa, Alá».
Emplear a la ligera determinados términos, como el de taqiyya, puede contribuir a alimentar la desconfianza hacia personas musulmanas o leídas musulmanas y fomenta la imagen amenazante de este colectivo que en nuestro país lo forman dos millones de ciudadanos. Esa desconfianza se acaba traduciendo inevitablemente en los prejuicios y los consecuentes delitos de odio que denuncian los informes periódicos nacionales e internacionales sobre la islamofobia. Y al mismo tiempo fomenta un sentimiento de vulnerabilidad entre los propios musulmanes, que se sienten cada vez más vigilados.
3. El texto da voz al presunto delincuente fomentando y perpetuando la asociación islam-terror en el imaginario colectivo, que además consolida el intercalado de datos delictivos con terminología islámica en casi la totalidad de los ocho párrafos.
Hagamos un recuento de las veces que la publicación hace mención de términos relacionados con el islam (en total en doce ocasiones): yihad (2), yihadista (4), islámico (4), islamizada (1), musulmanes (1) y Alá (1).
En el caso de Alá, remitimos al artículo de Luz Gómez al que nos referíamos arriba. Recomendamos el empleo de la palabra Dios que es la traducción del árabe Allah, al igual que no escribiríamos, por ejemplo, God en un artículo sobre Iglesia Anglicana, nacida en Inglaterra y cuya gobernadora suprema es la reina Isabel II del Reino Unido.
Para afinar con este tipo de términos no siempre bien empleados recomendamos ver la entrada La sharía y las fetuas de nuestro Glosario sobre el islam también elaborado por Luz Gómez.
Para tomar conciencia de las repercusiones del uso y abuso de esta terminología, recomendamos la lectura de los informes enlazados sobre la islamofobia en España y en Europa.
También recomendamos el recurso valioso a la información que pueden aportar las entidades religiosas musulmanas (ver artículo “Herramientas para medios: consultas sobre jurisprudencia islámica”).
Si volvemos al tuit del ministro del Interior del punto uno del presente análisis, veremos cómo se puede decir lo mismo sin mezclar temas, en concreto el terrorismo de pretexto religioso y la religión.
Entendemos la dificultad del acceso a las fuentes en muchas ocasiones, sin embargo, también entendemos que los medios y las agencias tienen la responsabilidad de seleccionar y transmitir la información de mayor relevancia con el menor peligro para la sociedad civil en su conjunto.