DALILA AZZI*
La populación musulmana alcanza los 1.800 millones de personas repartidas en casi 130 países y, lógicamente, el islam se vive distintamente en cada uno de ellos. A menudo, la cultura se impone sobre la religión y hace que la delgada línea que las separa sea casi invisible. Pero los discursos sobre el islam tienden a homogenizar ese pluralismo religioso y hacen de los musulmanes un único colectivo uniforme.
Es cierto que la situación de las mujeres en algunos países musulmanes es comparable a la de la época preislámica, conocida como yahiliya (época de la ignorancia). Una degradación de la tradición dentro de un marco socio-cultural profundamente patriarcal que condujo al secuestro de la interpretación religiosa por los hombres, diseñada para excluir a las mujeres de la sociedad. Una exclusión que, al sostenerse supuestamente en los preceptos del islam, se revestía así de un carácter sagrado y, por lo tanto, intocable.
La revelación coránica rompió los esquemas sociales y mentales de las sociedades tribales árabes de la época con respecto al papel de la mujer. El islam dio a la mujer el derecho al conocimiento, una obligación igual para hombres y mujeres. Cabe citar entre muchas otras mujeres a Fátima Muhammad Al Fihri, una musulmana conocida por fundar en el siglo IX, la primera institución de educación superior del mundo, aún operativa en la actualidad y conocida como Universidad de Al Qarawiyín en Fez, Marruecos. Hablamos también de Aisha, la segunda esposa del profeta Muhammed que asumió un papel de liderazgo después de su muerte al reunir sus hadices. De hecho, los hombres acudían a ella para que les aclarase el significado de los dichos y hechos del Profeta.
El islam otorgó a la mujer el derecho a casarse y a elegir su pareja libremente, pero también el derecho al divorcio, si bien es cierto que con criterios distintos a los hombres. A este respecto cabe recordar que el Congreso español aprobó la ley del divorcio en España en 1981. También nos hacemos eco de lo escrito por Stephanie Coontz, autora del libro «Marriage: A History» (Una historia del matrimonio): “No puedo pensar en ningún país en el que hace 100 años una mujer pudiera divorciarse por las mismas razones y con la misma facilidad que un hombre». El islam concedió a la mujer también el derecho a la herencia (aunque en condiciones diferentes a los hombres), el derecho a trabajar, a disfrutar de su dinero y de sus bienes como propiedad exclusiva de ella, a opinar, a la manutención de sus hijos en caso de divorcio y a la sexualidad activa.
Las reformas aportadas por el islam fueron tan revolucionarias que la situación de las mujeres en la Arabia del siglo VII era mejor que en cualquier otra sociedad del mundo en aquel momento. Gozaban de derechos que no se extendieron a la mayoría de las mujeres en Occidente hasta más de mil años después. Sin embargo, estos hechos no aportaron soluciones concretas a los problemas de desigualdad y violencia en los que el patriarcado mantiene sometidas a muchas mujeres. Los derechos de las mujeres musulmanas son presos de un islam político que ha transformado esta religión en dogmas rígidos, en parecer más que en ser y en dichos más que en hechos. Los asuntos más polémicos son el velo, la poligamia y la violencia contra las mujeres supuestamente avalada en el propio Corán. Para romper los estereotipos, hay que desmantelar el discurso del miedo y de los clichés que siempre representan a la mujer musulmana como inculta, sexualmente reprimida y sin ningún control sobre su vida.
Para los musulmanes, el Corán es la referencia absoluta. En 114 suras y un poco más de 6000 aleyas, este texto abarca una extensa gama de temas esenciales, proporcionando solo amplios marcos para la reflexión. Así se despejan espacios para el necesario trabajo de interpretación, responsabilidad del ser humano. Asumiendo que solo Dios conoce el verdadero significado del Corán, eliminamos así el hecho de hacer del significado del Corán una prerrogativa de ciertas personas. Lo que significa que todas las interpretaciones son humanas y debemos descubrir todas las posibilidades interpretativas que hay en el texto.
Aunque las instituciones religiosas musulmanas están formadas sobre todo por hombres, cada vez más mujeres ocupan el campo religioso musulmán. Destacamos el trabajo de relectura del Corán y sobre las mujeres en el islam que hizo la socióloga Fatima Mernissi, de la escritora Olfa Youssef que a través de sus libros, arrojó luz sobre significados que los hombres han ocultado; también citamos a la activista Maryam Amirebrahim, a la escritora Asma Barlas, a la erudita del islam Amina Wahud y a la activista Sirin Adlbi Sibai. Estas mujeres hacen lecturas del Corán más humanistas y posiblemente más cercanas al sentido original del Corán. Una forma de romper el monopolio interpretativo machista y abrir el concepto de feminismo en Occidente.
“El feminismo islámico” puede ser la clave, a través de un ejercicio de deconstrucción y la interpretación de los textos sagrados en busca del sentido original de las revelaciones. Pero se suele pensar que feminismo e islam son polos opuestos. Que una mujer musulmana no puede ser feminista, y una mujer con velo, menos aún. Hablamos del velo porque es un tema central del debate feminista contemporáneo pero también del debate intercultural entre islam y Occidente. El velo representa aquí en Occidente el mayor problema para las mujeres que lo llevan, porque es una marca de fe o de identidad visible y que no corresponde a la imagen que se hacen de la mujer aquellos que lo rechazan. Pero aquellos que marginan a las mujeres que llevan el velo las están excluyendo de la sociedad. En otras palabras, facilitan el trabajo de aquellos del otro extremo que quieren anularla. El hecho de considerar como opresión el que una mujer vista un velo merece una reflexión más profunda que la que se está haciendo. La liberación de las mujeres musulmanas la harán mujeres musulmanas o no se hará, apoyándose en la autoridad del Corán, con una lectura feminista y progresista del texto sagrado.
* Escritora, traductora y doctoranda en la Complutense de Madrid. Interesada en temas de género, escritura femenina, transmisión oral de mujeres e historia femenina del islam