Publicado originalmente por Aurora Ali en La Marea, el 23 de junio de 2020.
El Informe Europeo de la Islamofobia 2019 revela un crecimiento de los grupos de extrema derecha que atentan contra la población musulmana en el último año, así como la normalización de los discursos islamófobos.
En Noruega, en agosto de 2019, el terrorista de extrema derecha Philip Manshaus, de 21 años, planeó un asalto armado a la mezquita del Centro Islámico Al-Noor en Bærum, cerca de Oslo. Antes de ir a la mezquita, asesinó a su hermana de 17 años, que había sido adoptada de China cuando era un bebé. Manshaus estaba equipado con una escopeta, dos rifles, una pistola de clavos, un chaleco antibalas y una cámara GoPro destinada a la transmisión en vivo en las redes sociales. Quería imitar así al asesino de la masacre de Christchurch, al que había elogiado en un foro on line poco antes del asalto. La posible masacre fue evitada gracias a la actuación de Mohamed Rafiq y otros fieles que contuvieron y sujetaron al atacante hasta que llegaron las fuerzas de seguridad.
En 2019 se produjeron varios ataques en Alemania, incluidos el ataque a la sinagoga en Halle y el asesinato del político demócrata-cristiano Walter Lübcke. Su asesino confeso tenía presuntamente conexiones con varias organizaciones de extrema derecha, como Combat 18, el Partido Democrático Nacional (NPD) y el grupo neonazi Autonome Nationalisten (Autónomo Nacionalistas). La opinión pública alemana está prestando más atención a los grupos supremacistas que operan en la clandestinidad. Por ejemplo, la red Hannibal, que opera en Alemania, Austria y Suiza. Fundada en 2015, recluta a agentes del servicio de seguridad, soldados y exoficiales de policía junto a individuos de derechas para prepararse para un “Día X”. Una investigación policial reveló que la red había creado una “lista de asesinatos” con más de 20.000 nombres de políticos de alto rango considerados “proinmigración”.