Mónica Carrión Otero, co-directora del Observatorio de la Islamofobia en los Medios
En 2020, cuarto año de ejercicio del Observatorio, optamos por introducir a la prensa local por primera vez en los medios de los que hacemos seguimiento. Optamos por Segre, publicado en Lérida y con distribución la región del Ponent y del Pirineo occidental catalán, y del El Faro de Ceuta, periódico local de la ciudad autónoma. Debido a las características propias de esos medios locales, el corpus total de noticias filtradas en esos dos medios está muy por debajo en número de artículos con respecto a los diarios nacionales.
Los análisis cuantitativos realizados en los cuatro trimestres del año pasado pusieron de manifiesto la muy buena actuación de estos diarios locales, destacando sobre todo la actuación de El Faro de Ceuta y toda su cobertura durante la pandemia de los asuntos de interés de la comunidad musulmana ceutí, siempre desde el respeto, la objetividad y un prisma de vecindad alejado de esa otredad tan presente en otras coberturas hechas desde medios nacionales. La totalidad de las piezas informativas del Faro de Ceuta del primer trimestre estaba libre de islamofobia, con algún caso de islamofobia pasiva en el último trimestre y dos ejemplos de islamofobia activa que correspondía a un análisis sobre los atentados terroristas en Francia que establece un paralelismo con la situación en España y un artículo de opinión no firmado por un periodista sino por un político de un partido de extrema derecha.
Pese a la buena actuación general del diario ceutí, durante los análisis cualitativos de las piezas con islamofobia flagrante detectamos algunos aspectos que generan islamofobia como las inexactitudes terminológicas: terrorismo islamista, terror islámico, terrorista islámico, empleo de Estado Islámico sin especificar que se trata de un grupo terrorista, etcétera. En uno de los artículos, aunque su autor pide que se eviten generalizaciones: “Lógicamente, este espectro es un lastre para la comunidad islámica radicada en Francia y en otras tantas zonas; llegando al punto en que habrá que afirmar con absoluta contundencia el alcance de estos atentados indiscriminados”, no aparta el foco de las comunidades musulmanas no solo de Francia, sino también de España mezclando todo tipo de temas recurrentes como el del velo: “Tercero, hace unos quince años era extraño entrever a mujeres con la nigab o el velo integral que cubre el rostro, e incluso con el burka o burga por las calles de España. Un escenario que drásticamente ha variado”. En ese mismo artículo la comunidad musulmana sigue siendo abordada desde la extranjerización, con el énfasis habitual, generalizador y estigmatizador, de su “entorno social”: “es notorio que Francia conserva un pasado enteramente colonial en Oriente Medio y África, siendo un destino preferente para el proceso migratorio desde esferas con dogma mayoritariamente islámico. Realmente, desde hace muchos años conviven entidades y congregaciones de senegaleses, cameruneses, sirios, argelinos y marroquíes”; “No obstante, esto no ocurría en Francia, donde el hábito de estas prendas estaba extendido con guetos entre la población musulmana”, Tampoco faltan la explicación simplista del fenómeno del terrorismo: “la demarcación gala no está catalogada como una superficie desposeída al Islam, como ‘Al-Ándalus’, sino como tierra ‘kafir’ o infiel” (aprovechamos para recordar que islam se escribe en minúscula); “Comprobado en términos reales este exclusivismo, no presume menor peligro de atacar en España, como lo sería para Francia. Teológicamente, la atracción sobre España es reconvertir a sus habitantes al Islam; toda vez, que a Francia le queda la invasión”.
Pero pese a estos ejemplos que deben ser revisados, destacamos nuevamente el buen trabajo del diario ceutí que ha hecho un seguimiento objetivo, profesional y muy respetuoso de los temas que incumben a las personas musulmanas de la ciudad autónoma en los meses de la pandemia: “Gobierno y comunidad musulmana estudiarán un protocolo para poder salvar el rito de la Pascua del Sacrificio”, “Las obras de ampliación del cementerio musulmán avanzan tras años de espera”, etcétera.
La actuación de Segre fue un poco peor en los análisis cuantitativos que el Faro de Ceuta pero con mejores porcentajes que la media de los periódicos de tirada nacional. Entre sus entradas hay varios artículos con sesgos de islamofobia pasiva en todos los trimestres y algún ejemplo de islamofobia activa en el último trimestre del año. Se trata de piezas informativas que en su mayor parte cubrían noticias de terrorismo, y que incurrían en los mismos errores que hemos mencionado más arriba y que son habituales en la cobertura de ese tipo de noticias. Desde este diario local también se ha tenido en cuenta la cobertura de cuestiones que importan a la comunidad musulmana en la región del Ponent y del Pirineo occidental catalán, como el tema de la gestión de la oración del viernes en los espacios públicos en época de pandemia, los enterramientos, la enseñanza de la asignatura de religión en los colegios, etcétera.
Aprovechamos para recordar que los análisis cualitativos están guiados por nuestro Protocolo de actuación establecido en el cuarto año de ejercicio del Observatorio, y en virtud del cual realizamos análisis temáticos, recogiendo varios artículos sobre el mismo asunto para debatir sobre las buenas y malas prácticas recogidas, aunque desestimamos citar a los autores y a los medios de los artículos para no levantar suspicacias y mantener el espíritu propositivo y colaborativo que ha guiado desde su creación a esta iniciativa sin citar a los autores, ya que el objetivo es proponer soluciones más que señalar errores.
Los buenos resultados, en general, de la prensa local analizada, así como los datos de los análisis cuantitativos que apuntan a una mejora de la práctica en la cobertura de las noticias centradas en el ámbito nacional, más que en el europeo, podrían estar indicando uno de los caminos a seguir si nuestra aspiración es un periodismo de calidad ajustado a las nuevas realidades de nuestras sociedades, y que no es otro que el de la proximidad: el mayor contacto entre círculos periodísticos y los diferentes colectivos sociales sobre los que se escribe revierte en un mayor y mejor conocimiento. Ambos aspectos parecen ser clave para una mejora de la práctica periodística en la cobertura de las comunidades musulmanas, hasta que sean realidad otras demandas como la de una composición más inclusiva de las redacciones de los medios.
La proximidad como elemento clave en la mejora informativa ya fue resaltada desde el Observatorio en el análisis de la cobertura de los ataques terroristas de Barcelona y Cambrils. En la presentación del informe sobre la cobertura de los atentados del #17A, destacamos que en los dos últimos trimestres de 2017 se había registrado un menor porcentaje de artículos islamófobos, sobre todo en las noticias de información, y pusimos de manifiesto algunos aspectos positivos que tenían que ver con una cobertura desde la cercanía como una mayor diversidad de temas tratados en relación a las comunidades musulmanas o una mayor pluralidad de voces de interlocución de esa comunidad con los medios.
Orientando nuestra labor en la dirección que marcan esas tendencias, y respondiendo a una demanda hecha por círculos de prensa y comunidades musulmanas desde la creación del Observatorio de la Islamofobia en los Medios, en 2021 hemos puesto en marcha la Agenda de la Diversidad Musulmana, iniciativa con la que queremos impulsar una mayor proximidad y contacto entre periodistas y comunidades musulmanas que contribuyan a un periodismo respetuoso e inclusivo de la diversidad.
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