Actualidad del wahabismo
Surgido en la Península Arábiga en el siglo XVIII, el wahabismo es una corriente doctrinal del islam* sunní* que se halla en el origen de las reinterpretaciones del islamismo* en época contemporánea. Dos son sus principios fundamentales: una visión integral del islam que abarca la totalidad de la realidad y la somete a lo revelado en el Corán por el Dios uno, único y universal (doctrina conocida como ‘tauhid’) y el proselitismo intransigente, belicoso si llega el caso, para imponerla en el cuerpo social y político. Toma el nombre de su fundador, Muhámmad Ibn Abd al-Wahhab, un predicador visionario que se alió con un jeque tribal, Muhámmad Ibn Saúd, y juntos fundaron una primera confederación política de signo wahabí. De hecho, el wahabismo no se puede entender sin la concurrencia política de los Saúd, hasta el punto de acabar convirtiéndose en una ideología de Estado con la fundación del actual reino de Arabia Saudí en 1932.
El celo doctrinal y proselitista de los wahabíes traspasó desde sus orígenes las fronteras de Arabia, con frecuencia de la mano de misioneros que acudían a estudiar a La Meca y Medina. Pero sobre todo contribuyó a su expansión el empoderamiento de Arabia Saudí como potencia petrolífera a partir de la década de 1960. La financiación saudí a personas e instituciones para la prédica del islam se convertía, a la postre, en prédica de la visión wahabí del islam. Sin embargo, y dado que la esencia del wahabismo reside en su intransigencia doctrinal, siempre existen exégetas que reivindican su verdad en términos de tauhid y están dispuestos a hacerla valer frente a otros “falsos” tauhidíes o wahabíes, además de frente a otros musulmanes en general. Se produce así la contradicción de que la obsesión unitarista de los wahabíes acaba conduciendo a la ruptura cismática, conocida como ‘fitna’, precisamente el mal que ante todo quieren combatir. Esto, unido a una concepción de la yihad en términos ofensivos, de expansión y no solo de defensa de la fe, ha servido de alimento a multitud de grupos insurreccionales yihadistas*, con los que el wahabismo oficial mantiene una filiación ambigua. El caso más emblemático es el del movimiento talibán en Afganistán.